La sucesión de profanaciones en la provincia en el último mes ha hecho que el obispo de la diócesis de Segorbe-Castelló, Casimiro López, haya pedido a los párrocos de las iglesias que cumplan debidamente con la labor de vigilancia con el objetivo de evitar más sacrilegios. Además, López invita a la conversión de las personas para poner fin a estos sucesos. Mosén recuerda a los responsables de velar por la seguridad y cuidado del Sagrario en las iglesias, templos y oratorios, que «observen» lo que dispone al respecto el canon 938 del Código de Derecho Canónico, «con el fin de evitar actos como estos».

En concreto, el canon 938 estipula en su artículo tres que el sagrario en el que se reserva habitualmente la santísima eucaristía «debe ser inamovible, hecho de materia sólida no transparente, y cerrado de manera que se evite al máximo el peligro de profanación». Asimismo, el artículo 4 añade que «por causa grave, se puede reservar la santísima eucaristía en otro lugar digno y más seguro, sobre todo durante la noche». Y el artículo 5 establece la obligatoriedad de «quien cuida de la iglesia u oratorio ha de proveer a que se guarde con la mayor diligencia la llave del sagrario en el que está reservada la santísima eucaristía».

El obispo también exhorta a los todos fieles católicos «a aprovechar lo acontecido para renovar nuestra fe y devoción eucarísticas». «Detrás de estos sucesos se esconde una llamada a la conversión dirigida a cada uno de nosotros. Hagamos de este agravio una oportunidad de desagravio. Que esta ofensa sea ocasión para suscitar y manifestar nuestro amor hacia Jesucristo, presente en la eucaristía», añade mosén.

La profanación del santísimo sacramento de la eucaristía en la basílica de Sant Pasqual en Vila-real el pasado 14 de julio ha sido la gota que colmó el vaso y por la que la diócesis decidió celebrar una santa misa de desagravio que tuvo lugar el domingo. En este caso, los autores forzaron la puerta de la celda del Santo, sita en la real capilla, abrieron el Sagrario y robaron el copón con las especies eucarísticas. Cabe recordar que no era la primera vez que robaban en la basílica. En 2006, la Policía Nacional informaba de la recuperación del cáliz que también fue sustraído.

No obstante, este no ha sido el único acto de profanación y actos vandálicos sucedidos en la provincia de Castelló en los últimos meses. También la comarca del Alto Palancia sufrió el pasado mayo una profanación en la iglesia de la población de Teresa. El pasado mayo, los vecinos se despertaban con el robo de su parroquia y la profanación del Sacramento de la eucaristía, donde fueron abiertos el sagrario y los copones y las hostias fueron esparcidas por el altar y por el suelo. Un acto que fue descubierto al día siguiente cuando los operarios del consistorio acudieron a la iglesia para bajar del altar a San Isidro, patrón del municipio con el fin de celebrar su fiesta mayor. En principio, no se registró ningún robo sustancial a excepción de los destrozos en la sacristía, el sagrario y los cepillos. Para la ejecución del desagravio, el obispo de la diócesis, Casimiro López, presidió una misa.

Otro caso fueron las pintadas aparecidas el 13 de julio en la ermita de Santa Àgueda y Santa Llúcia de Cabanes tras ser el objetivo de varios actos vandálicos que dañaron la puerta de latón que da entrada al templo. De esta forma, dicho elemento del patrimonio cultural de Cabanes se ha visto agraviado con pintadas de elementos sexuales y mensajes políticos sobre las figuras religiosas del portón. Y este mismo fin de semana, se ha informado del robo en la iglesia del Calvario de les Coves de Vinromà, un suceso que, además de los objetos que han sido sustraídos, ha dañado el patrimonio del municipio. Los ladrones utilizaron la técnica del butrón y dañaron un fresco.

El caso de la Cueva Santa

Pero si hay un sacrilegio que todavía recuerdan los vecinos del Alto Palancia, este fue el robo de la talla de la Virgen de la Cueva Santa en 2011. Un robo que causó gran conmoción tanto la población de Altura, donde está ubicado el santuario mariano, así como en la comarca palantina por la gran devoción a la Blanca Paloma. En su día, las primeras investigaciones mostraron la posibilidad de que, tanto la talla como la hornacina se robasen para ser vendidas en el mercado negro. En la actualidad, la investigación sobre el robo sigue abierta.