Si uno viaja a Fanzara, lo que se encontrará es arte. Arte por todos lados. Arte en cada esquina de la ciudad, arte en las fachadas de las casas de los vecinos. Se respira una atmósfera muy especial, que llama la atención desde el instante en el que uno baja del coche y comienza a perderse en sus calles.

Fanzara es una localidad muy especial. Allí se encuentra el MIAU (Museo Inacabado de Arte Urbano), una iniciativa innovadora mediante la cual el pueblo se ha convertido en una galería de arte al aire libre. Los vecinos, que ceden las fachadas de sus casas a los artistas, son cómplices del nuevo papel que se le ha otorgado a las calles de su pueblo.

Allí, artistas de todo el mundo expresan sus inquietudes, aspiraciones y deseos a través de sprays, pintura y pinceles. Una propuesta que se gestó en 2014 y que ha involucrado activamente a los cerca de 250 habitantes del pueblo, en su mayoría personas de avanzada edad, que recibieron positivamente la propuesta del consistorio. Y es que son los propios vecinos los que hospedan a los artistas, dándoles techo y comida. Un hecho que certifica la bondad vecinal y la colaboración de esas personas mayores que disfrutan como niños de la pintura callejera.

En las calles de Fanzara se pueden ver retratos de Marylin Monroe, homenajes a la República española, gatos por doquier y también críticas a la globalización, entre muchas más creaciones artísticas. Una forma de crear conciencia y cultura en la que participan artistas de la talla de Escif, Hombrelópez o Xelön, todo ello sin cobrar un céntimo. Por puro amor al arte.

Medios de comunicación internacionales, como el New York Times , The Guardian o la BBC inglesa se han interesado por este «nuevo» espacio de arte urbano, que parece haber cumplido el sueño de miles de graffiteros: convertir la calle en un museo. Y parece que no les va nada mal: cada año son más los curiosos que se acercan a Fanzara para recorrer sus calles en busca de estas singulares obras de arte.

El MIAU ha reconvertido a un pueblo sin ningún tipo de llamada turística en una verdadera máquina de atracción de visitantes, que han logrado devolver a la vida a una localidad casi perecedera en lo que podía ofrecer.

Ya no es solo poder apreciar los murales, sino que Fanzara ofrece la posibilidad de ver a los artistas trabajar en directo, lo que supone un incentivo más para visitar el lugar.

A Fanzara le rogamos que siga invitando a artistas de todos los lugares del mundo para completar el museo. Paradójicamente, al museo le pedimos encarecidamente que nunca se complete. Que siga inacabado por mucho tiempo, para que los artistas tengan que volver cada año a llenar las fachadas de las casas de los vecinos de vida y arte.

Que la convergencia streetart y tercera edad siga en pie, alejada de prejuicios. Y sobre todo, que el museo siga en constante cambio. Porque el lema «renovarse o morir» nunca fue tan acertado.