Durante los seis meses que Frank Castelló estuvo la temporada pasada al frente del equipo, nunca tuve la oportunidad de cruzar con él palabra alguna. Digo en el sentido literal del intercambio, del diálogo, porque de mi parte sí que le debían llegar quejas a borbotones desde tribuna cuando no me gustaban sus cambios, que era casi siempre. Pero Frank se convirtió en poco menos que un símbolo en la lucha de la afición contra la sinrazón y la ruina que representaron David Cruz. Otros muchos del vestuario compartieron idéntico mérito: Arturo, Marenyà y Zagalá por ejemplo, pero ninguno supo rentabilizarlo como el entrenador. Tanto es así que con el recambio en la dirección del club, que no en la propiedad -no me cansaré de decirlo hasta forzar la ampliación de capital-, todo el mundo tenía claro su regreso al banquillo albinegro, por mucho que se hablara de la amistad del todopoderoso Jordi Bruixola con Andreu Palop, y ahí dejo el dato.

Ha sido en este nuevo curso, y patrocinado por un amigo común, cuando por fin he coincidido con Frank y hemos hablado de todo. He sabido de su orgullo boicarentí, de su amistad con Pep Gimeno el Botifarra, de lo que le gusta montar saraos con amigos en su casa, del linaje de su apellido.... Pero sobre todo de su bonhomía. Es persona de carácter afable que gana en la proximidad, incluso a sabiendas de que juega magistralmente con varias barajas -o interlocutores- a la vez. Me cae bien, lo reconozco, y le debo una que pago ahora con gusto.

Frank tiene guardado en la memoria de su móvil sendos artículos de esta sección en los que le pongo a parir. Mayormente por afearle que se cargara al portero Carlos Sabater cuando se recuperó el lesionado Zagalá, pero el superior rendimiento de éste le han dado la razón y lo reconozco. La otra injusticia que me regurgitó la pantalla de su móvil fue acusarle sin motivo de ceder a la presión del presidente Cruz para no renovar a Charlie Meseguer, cuando el tiempo ha dejado claro que se fue engañado por la promesa de su intermediario de jugar en una categoría superior que nunca llegó. Este año Frank intentó recuperarlo para la causa, incluso se presentó en casa del futbolista, pero sin una oferta concreta y con el mismo representante de por medio resultaba imposible consumar. Al menos, ello ha servido para que Charlie cobre del Villarreal lo que jamás hubiera cobrado en Castalia, y en cierto modo eso demuestra que existió el contacto y el interés.

Supongo que Frank hubiera preferido que no desvelara esta anécdota de nuestros encuentros gastronómicos, que aclaro de inmediato no considero una venganza suya en diferido, como tampoco alimenta mi ego en el sentido que lo hacía el presidente Laparra cuando llamaba por teléfono para que una secretaria del club le leyera mis artículos, y se los releyera en el desesperado intento por comprenderlos. Pero ya he dicho antes que le debía la aclaración y mi más modesta y sincera disculpa, unida a la admiración por esa paciencia casi bíblica hasta conseguir mi rectificación.

Es esa constancia la que necesitamos para recuperar la categoría perdida en los despachos y el dinero expoliado por los trileros. En ese doble camino coincidimos, pero en cuanto a la trayectoria deportiva manda él, y sin más ánimo que el de colaborar, no deberíamos confundir la perseverancia con la tozudez. Barrunto que el Castellón tiene más problemas de la cuenta para jugar con tres centrales; que ya había demasiadas bajas como para añadir tantas variantes; que por muchas que fueran las oportunidades de la primera parte, no le es el sistema más cómodo; que los líderes de ésta y cualquier categoría no tienen que estar tan pendientes del rival como ellos de nosotros... Frankamente, no hacen falta tantos experimentos para subir.