Este domingo llega el Betis y tal como están las cosas, sería prudente andarse con tiento con los sevillanos, dirigidos este año por un entrenador que sabe muy bien lo que quiere y cómo hacerlo. Recuérdese los problemas que fue repartiendo por ahí Las Palmas mientras lo dirigió Quique Setién, de modo que facilidades no concederá y el que avisa no es traidor.

No me dolerán prendas y aviso para aquellos de los nuestro que no sepan o no puedan para el caso que se les escape la victoria más o menos reivindicativa. Este partido hay que ganarlo, como todos los que se jueguen en casa, sea cual sea el rival, porque cuando son los poderosos los que nos visitan los futbolistas del Vila-real no necesitan ser alentados, lo hacen solos, todo y que las victorias ante los grandes o frente a los pequeños o mediopensionistas valen lo mismo. Los fans del equipo verdiblanco de Sevilla, dicen eso de Viva El Betis manque pierda. Pues bien, esta vez, que pierda, que para bromas ya tuvimos suficientes con las de la temporada pasada y el añadido del inicio de esta. Ganar partidos no es una obligación, pero intentarlo sí que lo es.

Este clube se ha gastado una pasta para intentar reforzar los puestos que era menester en la búsqueda de jugadores jóvenes que prometen calidad y en otro como Bacca, que es menos joven pero tiene gol. Sacarles a todos ellos hasta la última gota de su rendimiento es asunto de Escribá, como lo es que la gente de arriba reciba cuantos más balones en condiciones, mejor, porque si no hay ocasiones no hay goles y a lo mejor conviene cambiar el dibujo y jugar de otra manera.

Escribá es un entrenador que, dicen, no gusta de emprenderla a gritos para hacerse entender y eso puede ser bueno, de contar con discípulos que no necesiten mano dura y tentetieso. Pero hay que contar con los egos de los futbolistas de élite que la llevan de serie. Ni un currito que se sube todos los días al andamio, ni un periodista, ni un registrador de la propiedad esperan el aplauso ni la ovación de la ciudadanía, pero los futbolistas sí, y además lo exigen, sin el menor pudor cuando hablan del jugador número doce que son, somos, los que hemos pagado las entradas para contemplar el espectáculo, a veces, lamentable, como en los dos primeros partidos jugados, pero no disputados.

De modo que están avisados. La misma honradez que exijo con el pago del abono para toda la temporada me la exijo a mí mismo para con los lectores que son mi público y pagan el periódico para leerlo. Cuento siempre mi verdad, que naturalmente no es la verdad objetiva ni de todos, pero me atengo al deber de intentarlo.