Lucen como parte indispensable de la Entrada que son. Los caballos que día a día salen a participar en la internacional Entrada de Toros y Caballos de Segorbe se convierten en pieza clave dentro de la celebración de este encierro único y singular que durante esta semana plasma una estampa plástica de primer nivel. Y esa plasticidad se consigue, en buena parte, gracias a una de las piezas de este puzzle que conforma el encierro segorbino y sin el que la Entrada no sería lo que es. Es por ello que los propios caballistas lo saben y no dudan en «poner guapos» a sus animales para que, durante la semana, luzcan y muestren su mejor cara ante los miles y miles de personas que se acercan hasta la capital del Palancia para presenciar la Entrada, fotografiarse con sus caballos y ovacionarlos y aplaudir a rabiar a su paso en el regreso hasta el punto de partida.

Estos días, explican algunos de los caballistas que llevan más de veinte años participando a Levante de Castelló, el trabajo con el caballo se convierte en todo un ritual de preparación el día en el que deben participar en la Entrada. Así pues, el animal come a primera hora, con el fin de tener la digestión hecha de cara a la carrera y, durante la mañana pasan por la primera de las duchas y la «peluquería». Así las cosas, cada mañana los caballistas bajan a las cuadras, para dar la primera ducha a sus caballos; los cepillan y los peinan entre caricias, conversaciones y ánimos. Mientras algunos trenzan sus crines o las adornan con lazos, otros optan por dejar la melena al viento para que el movimiento muestre la belleza del pelo o los hay quien la llevan colina (cortada) como es muy común en Andalucía. «Es cuestión de tiempo y de gustos, hay a quien le gusta llevarlo suelto y hay quien les pone lazos, los trenza o les hace colas, según el día», comentan. Duchados y peinados, llega el turno de ensillarlos. En este caso, «la mayoría utilizamos la silla vaquera o potrera, porque vamos más seguros y más sujetos. Se trata de una silla más pesada y más estrecha, lo que hace que nosotros también vayamos más recogidos», comentan estos jinetes quien explican que «el resto del año, lo normal es montarlos con silla inglesa, que va más suelta, es más ligera y sientes más al caballo». Para el herrado, «normalmente se hace cada tres meses, por lo que intentas de cara a la Entrada no tengas que hacerlo, aunque siempre puede surgir algún imprevisto y tengas que hacerlo».

En cuestión de las riendas o el arreo, «pones las más bonitas que tienes», mientras que si colocas manta en la silla cada uno lleva la que quiere o le tiene más cariño por alguna historia especial. Al final, los jinetes hidratan los cascos con aceite o pomada que oscurecen los cascos de las pezuñas y dan más vistosidad al caballo.

Eso sí, en cuestión de raza o tipo de caballo, apuntan, «resulta indiferente de la raza que sea o el tipo de caballo, con que tenga sus bases básicas de doma y sea un caballo que esté fuerte, que se comporte bien y que como jinete tú tengas suficiente control sobre él para no imprimirle cualquier nerviosismo que puedas trasmitirle, porque eso los caballos también lo notan». Una vez finalizada la Entrada, los caballistas acuden hasta sus cuadras para duchar a sus caballos de nuevo «con el fin de limpiarles el sudor y refrescarles por el esfuerzo», «si no se lava, se queda como una costra blanca que puede causarles irritaciones», y les vuelven a dar de comer. Esta vez, eso sí, un poco menos de cantidad, porque han comido antes, pero como recompensa al trabajo bien hecho.