Desde el siglo XVI el Ayuntamiento de Castelló ha recibido innumerables obras de arte. Muchas decoran el interior de las dependencias municipales pero son desconocidas para la ciudadanía. Una alegoría de Joan Bautista Porcar embellece la escalinata de mármol del consistorio o un mural o retratos de hijos ilustres de la ciudad decoran el salón de plenos. Despachos y oficinas locales disponen de cuadros y esculturas que provienen de donaciones, compras o concursos de arte organizados por la ciudad.

Con motivo de las celebraciones por el tercer centenario de la construcción del palacio consistorial, el ayuntamiento y la Fundación Caja Castelló han organizado una exposición que ofrece una recopilación del patrimonio artístico municipal. La muestra abre este mediodía y permanecerá hasta el 12 de octubre en la sala Sant Miquel de la calle Enmedio. Los visitantes podrán disfrutar de 52 pinturas y nueve esculturas de los últimos cinco siglos. «El objetivo es transmitir la idea de que una institución como el ayuntamiento ha realizado un recorrido al lado de los artistas locales», subrayan desde Caja Castelló. «Desde el siglo XVI ha hecho un camino que llega hasta ahora y que continúa mirando hacia el futuro», resaltan.

Esta colección sale por primera vez de las dependencias municipales para ponerse en valor ante los castellonenses. La exposición ha sido bautizada como «Un somni de ciutat».

El nombre corresponde a uno de los titulos del evento, una fotografía de del artista castellonense Chema Alvargonzález, del año 2001, que da la bienvenida en la entrada de la galería. Representa una imagen idealizada de la capital de la Plana. «Hace una lectura de que la ciudad es tu propia construcción o visión», destacan desde Caja Castelló.

La muestra «Un somni de ciutat» combina obras antiguas con otras más actuales que reflejan la evolución de diferentes estilos artístico, desde más clásicos a otros vanguardistas. Entre los primeros sobresalen «un retablo de la Verge», de autor desconocido y datado en el siglo XVI, que se ubica en el despacho de la alcaldía; o «la Odalisca», de Gabriel Puig Roda, que bebe de las influencias orientalistas de las primeras etapa del siglo XX, y que habitualmente se puede encontrar en la sala noble del ayuntamiento que da acceso al salón de plenos y a los despachos de alcaldía y comisiones.

Las temáticas también son una muestra de las costumbres y los paisajes de la capital de la Plana. Hay una colección de escenas castellonenses de Francisco Ribes, del siglo XX; un óleo sobre lienzo de Joan Bautista Porcar, de 1972, titulado «Portuaria»; «el Viejo del Rosario», de 1896, de Vicent Castell; un retrato de Francisco Tárrega, de 1888, de Ignacio Pinazo; o una fotografía más reciente (2010), de Pilar Beltrán, que con el nombre de «Tiempo de partida» aparecen una mujer y su hija dentro de un tren de cercanías.

La colección incluye, además piezas pictóricas de otros pintores como Joaquín Oliet, Luis Prades Manolo Safont, Pepe Agost, Romualdo Gil, Wences Rambla, María Lidón Fabra, Joël Mestre, Vicent Carda, Rebeca Plana, Silvia Lerín, Manuel Sáez, Qu Quianmei, Gabriel Stoian, Moisés Mahiques, Paula Bonet y Pepe Nebot. Destacan también las esculturas de Mariano Benlliure, Juan Bautista Folía, José Viciano, Joan Bautista Porcar, Carlos Armiño o Salvador Mesado, entre otros. Son artistas que bien han nacido en Castelló o han participado en premios municipales.

Los 61 trabajos supone una pequeña muestra de las 500 obras que integran los fondos artísticos del ayuntamiento, que incluyen una variedad de disciplinas artísticas, desde el dibujo, la escultura, cerámica, pintura, fotografía o grabado. Más de 200 creadores están representados en «uno de los legados tangibles del ayuntamiento», remarcan desde Caja Castelló.

«En la sala San Miguel tenemos la oportunidad de crearnos una visión panorámica de la evolución artística experimentada a lo largo de los últimos siglos en nuestra ciudad a través de los trabajos de destacados artistas, que son mucho más que los mudos testigos de su época», aseveran las mismas fuentes.

En las dependencias municipales se conservan otros motivos artísticos; por ejemplo, un mural alegórico en el techo del salón de plenos, de 1843, en honor a la victoria de las liberales frente a las carlistas. Fue tapado en los 40 años de la dictadura y posteriormente fue redescubierto en democracia.