Vila-real despidió ayer las fiestas en honor a la Mare de Déu de Gràcia con sentimientos encontrados. Por un lado, mucha emoción y orgullo por la ofrenda floral a la patrona en la Arciprestal por parte de la reina de las fiestas, Verónica Fortuño, y sus damas, con la posterior procesión de la imagen hasta la ermita.

Por otro, enorme satisfacción de haber disfrutado de una semana magnífica, en la que el éxito ha caracterizado cada uno de los actos programados, especialmente los relacionados con los festejos taurinos, tanto los toros por la vila como los embolados. Además ha habido una masiva participación de vecinos y peñistas en los eventos organizados en la calle, como la tradicional 'Xulla' y el 'macrosopar de las peñas'.

Ayer, la implicación de la ciudadanía fue máxima en los actos organizados para el último día de fiestas.

La ofrenda floral y la procesión marcaron la cuenta atrás. La solemnidad estuvo siempre presente, aunque también hubo instantes de impresión y turbación, sobre todo cuando la reina de las fiestas y sus damas depositaron las flores. Ese mismo sentimiento doble de honra y dignidad acompañaron a la corporación durante la procesión.

Para los más golosos el final de fiestas también tuvo premio, ya que a las siete de la tarde se celebró una chocolatada. Una vez más la participación de los vecinos resultó masiva, merced igualmente a la favorable climatología, algo que no había sucedido precisamente el día anterior, cuando el cielo amenazó y puso en riesgo la celebración del embolado cerca de la media noche a consecuencia de una tormenta que finalmente pasó de largo por el término municipal.

El momento más intenso de la jornada de ayer, última de las fiestas en honor a la Mare de Déu de Gràcia, se produjo cerca de las 11 de la noche, con el pasacalle de animación a cargo de la charanga Clau de Showw hasta el parque de Alaplana. Tanto mayores como pequeños disfrutaron del espectáculo, que tuvo su gran colofón con la traca final de fiestas y el castillo de fuegos.

Como suele ocurrir cada año, los vila-realenses se quedaron con ganas de más, ya que la semana se corta, a pesar de que a muchos les resultó difícil compaginar el trabajo con la fiesta.

Sea como fuere, Vila-real ya piensa en las próximas fiestas de la Mare de Déu de Gràcia, aunque antes llegará el turno de Sant Pasqual.