Un extraordinario Leo Messi, autor de dos goles y colaborador en otro, fue el factor desequilibrante en el Barça-Juventus (3-0), ya que en el estreno europeo del equipo azulgrana firmó una soberbia actuación.

De salida, el equipo de Massimiliano Allegri llevó el partido a su terreno desde el primer minuto. Cedió espacios y buscó la velocidad terminal de Douglas Costa y de Dybala a la contra. A los azulgranas les costaba crear y les faltaba velocidad de ejecución. Bentancurt, Pjanic y Matuidi asfixiaban la medular azulgrana. Si el Barça no veía resquicios para llegar a la frontal del área rival, el Juventus se aproximaba con facilidad, aunque sin mucho peligro, ante Ter Stegen. Al final, prácticamente en la última acción del primer tiempo, el Barça le pagó a los turineses con la misma moneda que habían utilizado los de Allegri hasta entonces. En una recuperación, Messi combinó con Dembélé, condujo desde el centro del campo, hizo la pared con Suárez y desde la frontal del área grande cruzó el balón ante la mirada de Buffon (1-0).

Si en el primer tiempo el Barça no encontraba los atajos, con la ventaja en el marcador, los azulgranas fueron otra cosa. El carácter desequilibrante de Messi fue decisivo. Después de ver una amonestación en el minuto 54, por exigir una amarilla al árbitro, el argentino intervino en el 2-0, obra de Rakitic, quien aprovechó un balón suelto dentro del área (min.55).

El Juventus corrió tras el balón y esa fue la demostración de lo que había cambiado en el partido. Messi, en el minuto 62, estrelló el balón en un poste de la meta de Buffon tras el lanzamiento de una falta y en el 69, el argentino, en una jugada colectiva, marcó el 3-0.De ahí hasta el final, paseo triunfal.