El Almazora logró un histórico triunfo en el estadio Castalia gracias un solitario y decisivo gol de Roldán en el minuto 92. De paso le dio una lección al Castellón. Una lección no se sabe muy bien de qué, pero lección: el club orellut lleva unos meses flotando en una burbuja de irrealidad que anoche con estrépito se pinchó. Esa burbuja es golosa y conviene a muchos porque maquilla problemas, da dinero y provoca amnesia en temas extradeportivos, pero ni la grada mete goles ni el escenario de ensueño debe confundir. Está todo por hacer: el Castellón es un equipo de Tercera, con carencias como todos, en una categoría destinada a la piedra más dura y al sufrimiento más cruel.

El Castellón, que cambió más de medio equipo de un día para otro, se lo tomó ayer al principio con demasiada calma, y después con demasiada prisa. Abrió una rendija que el Almazora aprovechó. El equipo de Nahum tiró de manual: se defendió con orden, fue fuerte a cada pelota suelta, perdió tiempo con descaro y cazó sus ocasiones a la contra. Exprimió sus escasos recursos frente a un rival que anduvo lejos de su potencial. Al final solo le faltó exhibir una pancarta:Bienvenidos a Tercera, barraca, bronca, 0-1 y adiós.

Frank, que sufrió su primera derrota tras 21 envites sin perder, desterró los tres centrales y formó atrás con línea de cuatro, en un once con numerosas novedades. El Castellón dominó desde el principio la pelota, pero confundió de entrada paciencia con lentitud. El minutero avanzó empapado en el tedio. La pugna nocturna se dio en los pedales del coche: cada vez que el Castellón trataba de pisar el acelerador, el Almazora replicaba accionando el freno.

Estancado en el juego posicional, con pocas líneas de pase interior, menos fluido con extremos que con carrileros, el Castellón vivió de las salidas limpias de David Guinot, que hizo un partido muy suyo. Ese pie preciso se oscurece a veces con la falta de contundencia. Un central no puede creer tanto en los derechos humanos.

En torno a la media hora espabiló el Castellón y Castalia se encendió en un arrebato de esos suyos. Del 28 al 34 ocurrió todo menos el gol: triple ocasión William-Pedra-Nico, zurdazo de Ferreres al pecho del portero Emeka, mano a mano forzado para Pedra, y testarazo cruzado de Nico que desvió el meta a la esquina: Enrique cabeceó alto el córner.

Enfrente, el Almazora de Nahum se dedicó a intentar sobrevivir, y lo consiguió. Trabajó como debía, y fio la ofensiva a la pelea incansable de Jordi. En la paradoja, el 9 del Almazora tuvo las mejores oportunidades del primer tiempo, al principio y al final. En el minuto 6 el asistente le anuló un gol por fuera de juego, y en el 42 Kike Ferreres le sacó el 0-1 bajo palos, tras una pifia compartida a destiempo por Zagalá y Guinot.

Cambios y lesión

Tras el descanso, Frank tardó poco en mover piezas. Entraron Cubillas e Iván Sales, pero justo entonces William se lesionó. La entrada de Fonte, el doble nueve, acentuó la sequía entre líneas. Todo pasó por fuera desde entonces, mucho centro y algún remate, pero sin manchar los guantes de Emeka. En el 92, además, el Almazora cobró el premio mayor. Castigó la tibieza defensiva de la zaga albinegra con una doble ocasión. La primera se la sacó Zagalá a Nahum. La segunda fue gol.