Lo más importante que ha conseguido el Villarreal, en los últimos siempre días, ha sido apagar las luces rojas y rebajar la presión que el entorno había alimentado sobre Escribá y sus jugadores. Lejos queda todavía exhibir una maquinaria engrasada y mostrar un juego que deslumbre, pero el equipo ha recuperado el oficio y la fiabilidad. Y sobre todo el gol porque ayer, entre Bakambu y Bacca, el submarino se dio un festín. El resto llegará con el tiempo, y cuando eso suceda, los silbidos y las dudas del arranque caerán en el olvido.

Ante el Alavés, el Villarreal configuró su versión más sólida hasta el momento. No deslumbrante, pero sí fiable. El equipo castellonense apenas sufrió en la retaguardia y, por primera vez esta campaña, logró cerrar el partido sin recibir un tanto en contra. Además, recuperó una fiereza que se había echado de menos en los anteriores duelos. Con poco, capaz de conseguir mucho. Con una serie de zarpazos, tercera victoria consecutiva, segunda seguida en Liga que permite otear los puestos europeos.

Necesitó muy poco el submarino para adelantarse en el marcador. Fue Bakambu, obligado a convertirse esta campaña en objeto de deseo del próximo mercado estival de fichajes, el que se inventó el primer tanto de los amarillos. El Villarreal amenazaba con enredarse en los inocentes intentos del Alavés por abrir el marcador, cuando el congoleño recibió en el centro del campo, se giró y ensayó un disparo desde 30 metros. Colaboró Alexis, cuando el esférico golpeó en su cuerpo, para despistar a Pacheco. Era el minuto 33 de encuentro y los de Escribá se adelantaban.

También hay que señalar la poca resistencia exhibida por los vitorianos. Alejados de la seguridad defensiva y las alternativas ofensivas que poseía con Pellegrino, el Alavés busca superar a su rival a base de toque, pero no sabe cómo finalizar su propuesta atacante. Cuatro derrotas en cuatro partidos y un cero en goles a favor no se producen por casualidad. Así lo dejó claro el conjunto vasco en la primera mitad.

Tras un gol anulado por claro fuera de juego a Bacca, los babazorros dominaron el esférico y se acercaron a la puerta de Barbosa. Pero un par de disparos lejanos de Ibai y un cabezazo demasiado alto de Munir fueron la exigua producción local.

El tanto de Bakambu liberó al Villarreal y sumió en dudas e imprecisiones al Alavés. Los viejos hábitos tardan en morir, y así los amarillos retornaron a esa versión de dominio posicional, a la espera del hueco, de la ocasión para resolver la contienda. En el minuto 40, Castillejo casi lo logró tras una larga jugada elaborada de los amarillos. Un pase por arriba de Trigueros lo finalizó el malagueño con un duro disparo desde el interior del área. Pacheco conjuró el peligro.

La segunda mitad evidenció las dinámicas contrapuestas de Alavés y Villarreal. Los amarillos, desatados, se dedicaron a acumular tantos. Los vitorianos, desquiciados, fueron incapaces de hacer frente a la marea.

El Villarreal, guiado con sabiduría por Trigueros, encontraba los huecos ante un Alavés que buscaba sin saber demasiado bien qué perseguía. Así llegó el tanto de Bacca, tras una jugada combinativa en la que Trigueros centró desde la banda izquierda. Castillejo recogió el balón en el área, pero su disparo lo rechazó Pacheco. Entonces apareció el colombiano, superando a Ely, para alojar la pelota en las redes. Sólo se llevaban seis minutos de la reanudación.

Once minutos después, Bakambu sentenciaba. De nuevo aparecía Castillejo, con un pase en profundidad, que recogió el congoleño. Cruzó con sabiduría al palo izquierdo de Pacheco para certificar el triunfo.

La media hora final fue una pesadilla para el Alavés, un pequeño descanso para el Villarreal. Aprovechó el equipo para rebajar la exigencia y pensar en el Espanyol. Tres victorias en siete días permiten ese lujo.