Carlos Anguita vio por primera vez una mesa de billar cuando tenía 13 años. Fue una tarde en su pueblo, Moncada, de la mano de su padre. «Le pregunté qué juego era ese de las bolas y los palos y creo que ahí me entró el gusanillo. Poco después me apunté al club de billar de Moncada y a los pocos meses ya estaba participando en la liga regional», rememora Carlos, ahora nuevo campeón del mundo júnior de billar a tres bandas.

A sus 20 años, este valenciano se colgó la medalla de oro el pasado fin de semana en el Centro de Alto Rendimiento de Los Narejos (Murcia) tras imponerse en la final al coreano Lee Beomyeal por 35 carambolas a 23.

Una prueba de la velocidad meteórica con la que avanza la carrera de Anguita, quien con 15 años, tan sólo dos después de cruzarse por primer vez con una mesa de billar, fue convocado por los entrenadores de la selección española e invitado al CAR de Los Narejos para entrenar becado toda la temporada. «No me lo pensé dos veces y les dije a mis padres que me quería ir. Los primeros meses fueron complicados. Llegué a suspender varias asignaturas en el instituto y mi madre me dijo que si no aprobaba me volvía. Al final se solucionó todo», explica Anguita, a día de hoy en Los Narejos, preparando los próximos retos deportivos mientras estudia el grado universitario de Administración y Dirección de Empresas. «Por la mañana voy a la clases, luego vuelvo al centro para comer y descansar una hora. Después me pongo a entrenar, entre 3 o 4 horas al día. No me cuesta entrenar, no me supone un gran esfuerzo quedarme una o dos horas más», relata el de Moncada, que desde un principio se decantó por el billar francés. «Juego a todo, pero el billar a tres bandas es el que más me gusta», afirma.

Anguita destaca que, pese a su consideración de juego recreativo, el billar es un deporte y necesita reivindicar su posición como tal. «El billar no es sólo un juego, va mucho más allá. El problema es que al billar le han perjudicado mucho las películas, el cine. También la ubicación de las mesas, porque en lugar de practicarse en clubes y centros deportivos están en bares o recreativos. Todo eso ha dañado la imagen del billar», cuenta Anguita, que subraya la dificultad que tiene calcular las trayectorias, la fuerza que debe imprimir en los golpes, los efectos... «Es complicado».

Anguita, que además del Mundial júnior también se ha proclamado campeón de España y Europa este año, se ha fijado como próxima meta estar entre los 16 mejores españoles, puesto que ahora ocupa el decimoséptimo lugar en el ranking absoluto. «Todo en un año sería fantástico», resume la gran promesa mundial del billar.