Un verticalísimo Real Madrid añadió Dortmund como ciudad conquistada a su larga lista de víctimas como el rey de Europa, rescatando la imagen autoritaria de las Supercopas para superar y dejar tocado al líder de la Bundesliga, un Borussia que cedió al tanto inicial de Bale y un doblete de Cristiano Ronaldo. La ciudad de Dortmund estaba marcada en el mapa de Europa madridista. Numerosas visitas recientes y ni una sola victoria que llevarse a la boca. Los últimos intentos acabaron con dolorosos empates que llegaban cuando la batalla terminaba. En esta ocasión el planteamiento del Borussia con defensa adelantada, era una invitación que no se podía dejar escapar.

No traicionó sus ideales el conjunto alemán. Directo y vertical, con un inicio a altísima intensidad que hacía vibrar todo el estadio. Perdonaba el Real Madrid pero era un aviso de lo que estaba por llegar. El Dortmund sin miedo pagó su osadía. La misma acción se repetía con Cristiano tras el pase de tiralíneas de Isco. Generoso buscó a Bale para que marcase a puerta vacía y la defensa germana lo evitaba. El duelo de ida y vuelta no daba un respiro. Poco después era Ramos el que salvaba el tanto de Philipp bajo palos. El balón rebotaba en Keylor y golpeaba en manos del capitán sin que el colegiado estimase penalti. El intercambio de golpes casi siempre suele favorecer al Real Madrid. No perdonó Bale. El servicio preciso de Carvajal lo enganchaba sin dejar botar el balón con el interior de su pie izquierdo el galés, a la escuadra. Bale encontraba su verdadera identidad siempre en el costado izquierdo, donde mejor explota las cualidades que le convirtieron en estrella. Siempre vio a Cristiano y de primeras, tras el diseño de jugada de Isco, le puso en bandeja el segundo.

El Dortmund nunca cesó en la búsqueda del gol. Lo encontraba con centro de Gonzalo Castro desde un costado y el premio para Aubameyang, que se adelantaba a Ramos en el remate. Fue el único error en la exhibición del camero. Cortó todo y sacó el balón siempre jugado. Se incorporó al ataque y hasta mereció el gol en la última acción del encuentro. Para entonces el Real Madrid ya había calmado al rival recuperando el balón tras momentos de agobio. Cristiano, en su competición preferida, volvía a firmar un doblete a once del final. Modric sorprendía y el latigazo en carrera a la red del portugués premiaba su partido número 400 con la camiseta blanca.