Los directivos de este club suelen afirmar que lo que de verdad importa es mantener la categoría y todo lo demás vendrá por añadidura, afirmación que se compadece mal con los esfuerzos de todo orden, financieros incluidos, que los Roig ponen a disposición de la aventura, y a los que hay que felicitar también por los éxitos del Valencia Basket, hijo también de los mismos padres y de paso.

Sustituir a un entrenador como Marcelino García no era fácil, sino todo lo contrario. Para el caso de Escribá, peor me lo pones, porque muy lejos de pertenecer a uno de esos caracteres fuertes, osados y pelín autoritarios, forma parte de esa minoría humana tenida por buena gente, educada, que se pronuncia sin gritos y que es capaz de aceptar el despido como lo natural en su profesión. Ojalá tenga suerte, así en lo personal como en lo profesional. Me alegraría.

Los Roig han vuelto a tentar la suerte con la elección del sustituto. Elegido el que se ocupaba de la trayectoria del B puede responder a dos cosas. Una respondería a no haber encontrado otro profesional cuya contratación garantizara el trabajo sobre una plantilla joven, pero trufada de jugadores con experiencia contrastada. Los compromisos en las competiciones domésticas, más las añadidas europeas contienen una gran exigencia y lo ocurrido en Getafe, después del empate en casa frente al Español y la manera de producirse era algo así como el derrumbe inexplicado.

La otra cara de la moneda tendría que ver con la trayectoria de Calleja, un hombre de la casa de los pies a la cabeza, que ha demostrado en los equipos inferiores que sabe gramática parda en alto grado. Tiene carácter, es ganador y tiene ambición para con la profesión y si es al frente del Villarreal, miel sobre hojuelas. El riesgo está en la inexperiencia para los compromisos de élite, pero ya ha adelantado que quiere un equipo ganador y mimbres tiene en el vestuario para conseguirlo, a condición de que esa competitividad que le será exigida la inyecte en vena a todos y cada uno de sus jugadores.

El momento de su llegada coincide con el regreso de buena parte de los lesionados, incluido Bruno, el jugador referencia de este equipo, más Asenjo, de momento menos deseado de lo que habíamos imaginado, dado el rendimiento de Barbosa. La vuelta del capitán de Artana puede ayudar y ya no debe faltar mucho.

La otra gran incógnita tiene que ver con el sistema o los sistemas a emplear, en un equipo cuyo principal problema es que no jugaba a nada. Los espectadores del Estadio de la Cerámica estábamos habituados a disfrutar viendo desenvolverse al equipo, característica que había sido abandonada últimamente, disimulada por unos resultados que llevaron al equipo a una clasificación envidiable. También eso le será exigido a Calleja. Tendrá que recuperar la fortaleza defensiva, cuidar de los marcajes individuales para las jugadas a balón parado, mientras deberá volver a dominar los tiempos y los espacios. Bakambu, Bacca, Sansone y Ünal, son delanteros con virtudes claras en la definición, a condición de recibir servicios más al espacio que al pie, para lo que es menester el apoyo de la segunda línea, hasta ahora malamente resuelto a base de pelotazos.

La suerte, como es bien sabido, hay que buscarla, trabajarla y engrasarla. La plantilla es equilibrada, de modo que la competencia entre los profesionales ha de provocarse: yo salgo y me dejo el sudor o no juego. Calleja, aquel lateral que tanto dio al equipo como jugador, vuelve para responsabilizarse ahora no como uno más de la plantilla sino como el jefe indiscutible, esperemos que no discutido.