Un estresante ejercicio de supervivencia terminó sin un solo punto para el Atlético de Madrid, derrotado en la última jugada del partido, con el 1-2 de Michy Batshuayi, pero desbordado mucho antes, por momentos de forma apabullante, por el Chelsea, dominador y ganador de todos los aspectos del encuentro.

Ni siquiera el 1-0 del conjunto rojiblanco en el primer tiempo, con un penalti transformado por el francés Antoine Griezmann, alteró un duelo que siempre se movió al ritmo que quiso y propuso Eden Hazard y el equipo británico, que igualó a la hora del choque por medio de Álvaro Morata antes del golpe definitivo. Y merecido.

Muy pocas veces en la era Simeone, el Atlético ha sufrido tanto un partido; menos aún sentirse tan maniatado, tan desbordado, tan descontrolado y tan amenazado tanto rato. Un paso por detrás de su adversario, en cada sector del campo, sometido indiscutiblemente por el Chelsea, muchísimo la primera media hora, menos más adelante.

Porque la intención inicial del Atlético de agitar el duelo a toda velocidad, desde el primer segundo, encontró una respuesta rotunda en el conjunto británico y, sobre todo, en el belga Eden Hazard, liberado entre líneas y un jeroglífico de difícil resolución para el bloque rojiblanco más allá del inicio. No sólo él, porque el equipo inglés demostró todas las cualidades que se le presuponen a un reciente campeón de la Premier, dirigido con maestría por el italiano Antonio Conte.