No hay mal que por bien no venga, lo que viene a cuento si de verdad pretendemos poner en negro sobre blanco lo que está ocurriendo en Catalunya y las derivaciones que los hechos están teniendo para con los vecinos y conocidos. El Banco de Sabadell y Caixa Banc han decidido trasladar sus cedes centrales a Valencia, uno, a Alicante el otro, ambos dispuestos a ocupar lo que significaba para el País Valenciá la presencia de Bancaixa y la Caja de Ahorros del Mediterráneo, con el Banco de Valencia como complemento. Finiquitado en su momento todo el sistema financiero valenciano que hizo crac con el desembarco de la clase política en sus consejos de administración hasta arruinarles absolutamente, la economía valenciana quedó huérfana de su soporte financiero, lo que, dígase cuanto se quiera resultó ser una tragedia para nuestra economía productiva. Asentada sobre una red de pequeñas y medianas empresas la banca «propia» resultaba el apoyo principal para emprendedores y empresarios consolidados. No es lo mismo que la solicitud de un crédito tenga que ser concedido por los servicios centrales de una banca nacional, o que pueda resolverse desde la cercanía, quiere decirse, del conocimiento del mercado del crédito por parte del empresariado y conocida a fondo la trayectoria empresarial del solicitante. Así las cosas que el Banco de Sabadell y Caixa Banc sienten sus reales posaderas en Valencia y Alicante, puede significar la recuperación de una banca cercana y hasta puede que tenida por propia. La banca opera desde la confianza, su principal valor, y en este caso la Comunidad Valenciana garantiza una estabilidad que el dinero necesita para desenvolverse sin riesgos sobrevenidos. Todo y lo dicho, a salvo lo que en el momento de redactar esta columna se ignora respecto de la decisión del Gobierno de la Generalitat, condicionada a su vez por la respuesta del Gobierno de la nación que de brazos cruzados no se va a quedar. Estamos ante «otro» episodio en la historia de Catalunya, que no se conforma con ser uno más entre aquella decisión del café para todos, y algo habrá que hacer para recuperar la «normalidad». Al fin y al cabo España es diversa y si el País Vasco y Navarra cuentan con una consideración diferente y mejor, por qué no puede disfrutarlo Catalunya con una historia detrás, con cultura e idioma propio, rico y distinto. También la Comunidad Valenciana ha de cambiar de cara a un tiempo nuevo que se presenta ilusionante, a condición de que arrumbe el complejo de inferioridad respecto de Catalunya, que se hace visible con oportunidad o sin ella.

La columna, que se redacta el día después de la celebración del Nou d´Octubre, ha de volver a recoger un episodio lamentable como fin de fiesta de nuestro Día Nacional, en el que una manifestación de apoyo a los separatistas catalanes fue contestado por ultras valencianos a bofetada limpia, y así, ni se hace patria ni por supuesto se resuelve nada. Ni el Banco de Sabadell ni Caixa Banc aterrizan en la Comunidad Valenciana con el ánimo de quedarse con el santo y la limosa. Más bien se presentan para llenar el hueco dejado por la desaparición de Bancaixa, CAM y el Banco de Valencia y colaborar de ese modo al desarrollo de la economía valenciana. Hemos de volver, porque es razonable, a lo que puede ser herramienta principal para una nueva era, insisto en la realidad próxima del corredor, fundamental para hacer llegar a Europa, así los fabricados como los productos de la tierra y de la industria valencianos, para lo que contará con un sistema financiero propio más o menos sobrevenido, pero exactamente igual de necesario y útil. Valencia y Catalunya, en su condición de vecinos, deben colaborar desde el respeto mutuo. Nadie tiene derecho a inmiscuirse en el otro, pero ambos pueden ser compatibles para buscar el crecimiento socioeconómico que las nuevas infraestruturas prometen. El transporte ferroviario, más rápido y más barato, comparado con el transporte por carretera, será vital para dejar en los mercados europeos los productos y fabricados valencianos a precios competitivos, que es de lo que se trata.

Es por eso por lo que las peleas por banderas están de más, como demás están las trifulcas entre catalanistas o valencianistas. Lo mejor que podeos hacer con nuestra lengua, es hablarla, pero no tiene sentido usarla como munición contra el otro. Antes al contrario y puesto que el idioma está para hacernos entender utilicémoslo en buena hora. La Comunidad Valenciana es una y la Catalana, otra, cada cual con su realidad y sea por muchos años. A la postre, la realidad global nos impulsa hacia una mayor integración `política europea y cuando antes llegue mejor para todos.

No tendría sentido alguno entender la llegada del Banco de Sabadell y Caixa Banc como puntas de lanza del intento de colonización de «los catalanes» como amenaza sobre una comunidad que perdió su sistema financiero propio, no por fuerzas ajenas sino por el mal uso que los políticos de la época hicieron en tiempos de la burbuja inmobiliaria. Disponer o no de una banca amiga resulta fundamental para una economía productiva cual es la valenciana y al fin y al cabo los Bancos, que están para ganar dinero, son a la vez el soporte sobre el que asentar el desarrollo empresarial y como consecuencia la creación de empleo, dada su característica de agente social indiscutible. Escribo antes de cuanto resulte de la actitud del Presidente Puigdemont y sus consecuencias. Al fin, las locuras también se pagan.