El pulso del estado anímico no solo se puede palpar por la calle o ahora más que nunca en las redes sociales. También en los partidos fuera de casa. En desplazamientos cortos. Con una masa social de 10.005 abonados, si el equipo va a jugar a València para enfrentarse al Torre Levante y van doscientos albinegros pese a disponer de 400 entradas es señal de que los seguidores no las tienen todas consigo. Su Castellón no les enamora, ni su juego convence. Lo del entrenador queda al margen, a pesar de que hay muchos que ya lo hubiesen despachado y otros que mantienen la confianza en él.

De la ilusión en verano a la preocupación en otoño. Trascurridas doce jornadas de Liga, aunque solo once efectivas, el Castellón aún no se ha puesto líder. En estos momentos es séptimo en la tabla, a ocho puntos del líder La Nucía y a cinco de la cuarta plaza. El equipo de la capital de la Plana no ha sido capaz de ganar a tres de los seis equipos que tiene por encima y contra los otros tres aún no se ha enfrentado.

Los números son solo números, pero se puede decir que en caso de la escuadra castellonense es fiel reflejo a lo que está haciendo en el terreno de juego, lesiones, infortunios y goles encajados en el descuento incluido. Ese Castellón que, según dijeron los actuales gestores del club tenía que acabar la Liga como campeón de grupo, a día de hoy está lejos de las expectativas.

El juego desplegado por el equipo capitalino es el caballo de batalla, junto al rendimiento. En casa ya se han perdido dos partidos, y aunque lejos del Estadio Castalia nadie ha sido capaz de ganar al equipo albinegro, salvo en la primera salida del 27 de septiembre donde se ganó 0-1 al Elche Ilicitano a última hora, no se ha vuelto a ganar. Se han rascado cinco empates.