El Ayuntamiento de Almassora ha retomado la actividad arqueológica en el yacimiento del Torrelló del Boverot, tras 16 años sin realizar excavaciones. Este proyecto tiene como objetivo profundizar en la base de la muralla que rodea el antiguo poblado para determinar exactamente la fecha de construcción. Aunque actualmente los expertos estiman que fue erigida durante el siglo III a. de C., no existen datos que permitan acotar esta información.

Durante la primera jornada de trabajo, los responsables de la excavación han hallado restos de cerámicas de entre el siglo III y II a. de C., pertenecientes a objetos cotidianos como platos o vasijas, algunos de ellos con grabados. También ha reunido varios fragmentos de huesos de animales que formaban parte del ganado y de aves para el consumo doméstico de los habitantes del asentamiento.

La alcaldesa, Merche Galí, y la primera teniente de alcaldesa, Susanna Nicolau, visitaron junto al arqueólogo municipal, Gerardo Clausell las excavaciones. «Esta intervención permitirá profundizar en los estratos más bajos de la muralla y crear una línea cronológica de eventos que afectaron al poblado en base a la información contenida en cada capa», ha explicado el técnico.

Por su parte, la concejala de Patrimonio, Amaya Gómez, adelantó que «los arqueólogos prevén que, en este tramo del muro o en otros que estudiaremos próximamente, aparezcan elementos como columnas o torres que enriquezcan los datos que tenemos en relación a la historia del asentamiento, uno de los más importantes del Comunidad Valenciana y un auténtico activo turístico para Almassora».

La edil también confirmó que los restos de piedras de la muralla caídas durante los sucesivos derrumbamientos serán conservados para «plantear una reconstrucción de la muralla o restituir aquellos tramos más dañados», una actuación que el consistorio dejaría para más adelante.

Por el momento, esta excavación cuenta con un presupuesto de 15.000 euros, que se suman los cerca de 8.000 euros que el ejecutivo local destinó en el año 2016 a consolidar los restos del yacimiento. Los trabajos, que prolongarán hasta finales de noviembre, supondrán la excavación de una zanja de casi tres metros de profundidad, que recorrerá 10 metros en paralelo a la pared y tendrá cuatro metros de ancho. La última excavación en la zona fue en el año 2001.