En el artículo que Ferran Sanchis Cardona, en nombre de la Fundació Huguet, firmó en este periódico el 10 de junio de 2016 y llevaba por título «Símbols del franquisme», nuestro venerable memorión expresó algunas opiniones que, como casi siempre suele, han caído en saco roto. Por un lado, el presidente de la entidad cultural valencianista consideraba necesaria la supresión de los elementos honorarios que caracterizaron el régimen fascista en la ciudad, pero, a la vez, alertaba de algo que podía desencadenar esta encomiable labor de depuración, la «caça de bruixes». Y así parece ha sucedido año y medio después de la publicación de aquel artículo premonitorio.

El caso vendría al hilo de un informe del Grup per la Recerca de la Memòria Històrica referido a un puñado de nombres que ocuparon cargos de representación en la dictadura y que todavía no han obtenido la respuesta de la Conselleria de Justicia. Aunque nuestra intención no es poner la venda antes que la herida, entendemos que las figuras de Àngel Sánchez Gozalbo, Luis Revest, Vicente Altava y Manuel Segarra están en el disparadero junto a otros como el alcalde Carlos Fabra Andrés, el divisionario azul y «martir» Santos Vivanco o el doctor Clará.

Olvidos imperdonables

Nunca encontramos en estas «listas negras» a Ferrandis Salvador, presidente de la Diputación Provincial y del Hogar del Auxilio Social, un hombre que según los versos apócrifos de Miquel Peris: «de professió li pertoca /salvar la santa infància / i a Herodes li fa la competència». Tampoco a Ruiz Cazador, primer edil de la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, bajo cuyo mandato se coronó a la Mare de Déu del Lledó. ¿O es que existen dictaduras de primera y de segunda clase; dictaduras y dictablandas? Seguro que hay más en el callejero, pero no estamos aquí para realizar un nuevo informe ni añadir más leña al fuego. Para lo que sí que nos disponíamos a implementar aquellas escuetas líneas de Ferran Sanchis Cardona era para llamar a la prudencia «a l´hora de prendre decissions que podrien resultar equivocades i lamentables en relació a l´eliminació dels símbols del franquisme». Como dijo el doctor Manuel Rozalén: «tots estaven "enfangats", perque havíen de sobreviure en moments difícils».

Muchos, sin duda, sufrieron penalidades, muerte o exilio, pero también hubo quien se quedó y convivió en aquella amarga situación que pudieron sobrellevar, a veces, gracias al aval de un conocido influyente o con influencias en régimen. Los más listos de la lista de Schindler.