20 años pueden ser nada o, en cambio, todo. Si ese apreciable espacio de tiempo ha estado destinado a dar apoyo a los afectados por una de las epidemias que convulsionó los parámetros de la Sanidad mundial en el último tercio del siglo XX, el sida, su labor sólo merece un calificativo: formidable. Este ha sido el caso de la Asociación Ciudadana Contra el Sida de Castelló (Casda), que este fin de semana ha festejado su 20 aniversario.
Un quinto de siglo después, Manuel de Gregorio, presidente de la entidad, alerta sobre la necesidad de su permanencia: «La enfermedad ya no es mortal, pero siguen registrándose casos de VIH. Y los tabúes sociales y discriminación siguen presentes».
Desde 1997, cuando Casda inició su andadura, la entidad ha atendido de manera directa a unas 800 personas, todas ellas afectadas por el virus. «Si hablamos de las personas que indirectamente han pasado por la asociación o con los que la entidad ha tenido contacto, la cifra se dispara hasta las 10.000 personas al año», comenta De Gregorio.
Casda cuenta con 13 afiliados en activo que pagan una cuota simbólica, y otros 52 que no pagan, ya que la mayoría son personas sin recursos. «El grueso de los ingresos, hasta los 407.000 euros del presupuesto de este año, proceden de las subvenciones de distintas instituciones públicas, desde el Gobierno central, al autonómico, pasando por la Diputación y diversos ayuntamientos», señala el presidente. Con ese dinero, la asociación financia su sede, actividades, la vivienda tutelada y paga la nómina de las 15 personas que tiene en plantilla (psicológicos, técnicos sanitarios, enfermeros, trabajadores sociales, integradores sociales y matrona).
La enfermedad no está controlada ni frenada. «En la Comunidad Valenciana, según datos de 2015, se diagnostican 1,4 casos de infectados por VIH al día», señala el presidente.
De ahí,que De Gregorio insista en no bajar la guardia. «Se deberían retomar las campañas informativas. Al haber encontrado una respuesta clínica a la infección, al dejar de ser gente que íbamos a morir pronto, o sea, de pasar a ser una epidemia mortal a ser una enfermedad controlada y clonificarse, ha dejado de tener esa alarma sanitaria. Y, por tanto, se han olvidado todas las campañas de información y de prevención dirigidas a los colectivos de riesgo, sobre todo jóvenes y hombres que tienen sexo con hombres», señala.
En este último grupo es donde se están disparando los índices de contagios. El 54% de los nuevos diagnósticos son hombres que tienen sexo con hombres. Hace 20 años, el porcentaje de trasmisión, era en un 70% de personas drogodependientes, y hoy sólo es de un 3%. En la actualidad, el 80% de los casos es por trasmisión sexual. «Por tanto, ahora la enfermedad es una ITS (infección por transmisión sexual) más», subraya De Gregorio.
En estos 20 años, la asociación ha modificado sus objetivos, en función del avance de la enfermedad. Desde el apoyo psicológico a los afectados, pasando por la educación sexual para jóvenes en institutos para la prevención y el programa de intercambio de jeringuillas, en 1998, hasta iniciativas de cara a la insercción laboral, a la viviendas tutelada (seis personas) para llegar al programa de diagnóstico precoz. «El objetivo es cumplir el mandato de ONU-Sida de tener el 90% de los casos diagnosticados, en tratamiento y que sean indetectables», añade.
De Gregorio señala que es difícil cuantificar el número de personas afectados por el virus del sida. «Sabemos que en el Estado español hay unas 90.000 personas vivas con VIH, y 18.000 más que están infectadas pero que no son conscientes de que son enfermos», explica.
Pese a la mayor tolerancia, el colectivo sufre aún los tabúes y discriminación que lo han acompañado. «Sobre todo en el mundo laboral. Hay estudios que aseguran que dos de cada tres personas no trabajarían junto a un infectado por VIH», resalta De Gregorio.
Casda pondrá el colofón a su 20 aniversario con otro baño de solidaridad. La entidad lo celebró con una fiesta que incluía un donativo de 5 euros destinado al colectivo Conquistando Escalones (afectados por distrofia de cintura). «Estas personas son inmunes al VIH. El instituto Carlos III de Madrid tiene abierta un investigación para tratar su enfermedad y, en paralelo, conseguir avances para los enfermos de Sida», concluye.
