Las sagradas escrituras otorgan a Dios la idiosincrasia de la omnipotencia, la omnisciencia y la omnipresencia. Ahora, el párroco castellonense Raúl López también le ha concedido la capacidad de dirigirse a las personas con problemas de audición a través el lenguaje de signos. El cura, adscrito a la parroquia de Sant Vicente Ferrer de Castelló, oficia una misa todos los sábados a las 19.00 horas en la que él mismo se expresa a través de la lengua de señas, un servicio con el que pretende facilitar a las personas con problemas auditivos el acceso a los sacramentos. Este servicio se ofrece desde el año 2008 pero es ahora cuando el sacerdote quiere darle un nuevo impulso y ampliarlo a otras celebraciones, además de la eucaristía. «Queremos hacer llegar que también hacemos bautizos, comuniones, enlaces matrimoniales, confesiones, funerales e incluso visita a los enfermos», explica el padre López.

La misa para personas con problemas de audición se realiza con el lenguaje de signos que expresa el propio sacerdote de la parroquia de Sant Vicente que, a la vez, oficia la misa en voz, y cuenta con el apoyo de una gran pantalla en la que se subtitulan los rezos y el seguimiento de la misa. Esta medida, no solo facilita el acceso a los sacramentos de las personas sordas, sino también a quienes tienen problemas de audición, como las personas mayores, por ejemplo.

El cura explica que fue él mismo quien, en el año 2008, propuso habilitar este servicio al darse cuenta, durante su periodo de diácono, que había fieles que tenían «problemas» para acceder a los sacramentos. «Pensé en ponerlo en marcha como herramienta para la integración a los sacramentos de las personas sordas. Fue una medida muy agradecida ya que había gente con problemas de audición que podía seguir mejor la misa y activar su participación», explica.

No obstante, el párroco aclara que la misa vespertina del sábado es una misa «abierta a todo el mundo». «Es una eucaristía para el pueblo y acuden tanto personas con problemas de audición como las que oyen bien», apostilla.

En cuanto al incremento o no de fieles que asisten a la misa desde que se instaurara este servicio, el párroco reconoce que «el problema de la evangelización es el mismo en el mundo sordo que en el de los oyentes. «La primera comunión casi se convierte en la primera y última comunión y entre los sordos también los hay con más o menos fe», que es lo que al final impulsa a la persona a asistir a las eucaristías. Con todo, el párroco resalta que «lo importante es que el servicio esté, que todo el mundo lo sabe y que se ofrece a toda la diócesis».

El cura Raúl López tiene 37 años, es de Castelló y, antes de estar en la parroquia de San Vicente Ferrer, estuvo en la de San Bartolomé y San Jaime de Nules. Él mismo tiene problemas de audición derivados de una inyección que le pusieron de recién nacido para curarle una otitis. Él mejor que nadie comprende a las personas sordas que no podían seguir la misa y, por ellos, y por ser verdaderos ejemplos de superación, dotó a Dios del lenguaje de signos.