La capital, Astaná, en cualquier caso, se halla más o menos en mitad de la estepa, de modo que el frío allí lo regalan para los visitantes que disponen del valor suficiente para soportarlo. Eso sí, a tener en cuenta que todo en aquella ciudad está pensado, diseñado y construido para que sus habitantes sufran lo menos posible los rigores del frío de todos los días. El estadio donde el Villarreal acaba de ganar su derecho a ser primero de grupo es casi perfecto, incluida su calefacción, cuentan que suficiente. Solo el césped, artificial, da la nota, pero es que el de verdad, el natural, ni está ni se le espera porque murió de frío.

Y allí que se fue Calleja y su tropa de submarinistas, con un grupo de seguidores que resultaron metidos en un buen lío dada la vestimenta de los futbolistas, porque los que eran de allí vestían como si fueran de aquí y al revés, y todos necesitamos un tiempo para concluir que los que vestían como La Roja eran los nuestros y los de amarillo los otros. Como el Astaná marcó primero lo hizo un futbolista negro que, además, vestía de amarillo, sabiendo que el gol perjudicaba al Villarreal casi lo celebro.

Ya está el Villarreal donde quería, con Calleja utilizando con tino la cosa esa de las rotaciones hasta el momento mayoritariamente con futbolistas del filial. Uno de ellos arregló las cosas con el gol del empate -el Astana se había adelantado con un gol en una jugada en que Barbosa había salido a saludar casi al balcón del área mientras la parábola le superaba -, lo que dejaba las cosas como al principio pero mejor para los de FR, que se dedicaron a sobarla hasta que llegara el segundo particular, que llegó, ya con Bakambu con la escopeta cargada, puesto que marcó dos el último antes que el rival metiera el segundo, en un error creo que de Trigueros. Daba igual, porque si bien ellos pusieron el estadio, los balones y la calefacción, el espectáculo corrió a cargo de los forasteros, disfrazados de La Roja.

Parece mentira, Calleja, tan joven y tan sabio y que se lo pregunten si no a Sansone, quizá uno de los futbolistas del Villarreal que más cosas le deba a su entrenador. También me volvió a gustar mucho el italo-alemán que no marcó, pero que se llevó de paseo a los centrales siempre que quiso para que Bakambu tuviera despejada la trayectoria propia y del balón, más la jaula. Un gran invento Sansone desde que llegó Calleja, al igual que Fornals, que no ha ganado nada desde que ocupa su lugar natural, el mismo que no encontraba el que debía. Todo lo ido que además era de libro, o no.

Porque los partidos y desde el banquillo, más que imaginarlos hay que verlos, leerlos, dicen los del oficio y la manera de usar el banco, me parece a mí, que aunque los aficionados tarden un poco en aprenderse de memoria los chicos que van saltando de nuevas, cuando la temporada acabe al menos cuatro o cinco de ellos se los sabrán de memoria. Como Calleja les ha abierto la puerta y puesto que lo conocen desde jovencitos, saben que si ofrece una es para recibir media docena, pintan calva la ocasión y alguno hasta marcó un golazo allá donde cristo perdió el gorro y sin inmutarse, todo y que fuera el del empate, desde donde todo alcanzó a recomenzar.

Mucho más que bien, aunque al menos uno de los dos goles en contra sobraron.