Desde noviembre la Pastoral Penitenciaria ha abierto el primer piso de acogida para mujeres. Unas 70 mujeres de Castellón I no podían beneficiarse de su derecho a permisos o de la condición de tercer grado porque les faltaba un apoyo externo a la cárcel. Como el de los hombres, el piso se llama Lires, acrónimo de Libres y Responsables. Ainoha y Francisca han sido las primeras. Han estrenado un recurso por el que instituciones penitenciarias de Castellón llevaba años suspirando.

Francisco Roselló, sacerdote mercedario capellán de Castellón I, el centro de la capital de la Plana, explica que el 90% de la población reclusa en España son hombres. La consecuencia es que casi todos los recursos están orientados a ellos. En la Diócesis, por ejemplo, hace más de 30 años que existe un piso para los varones. Sin embargo las mujeres no tenían una alternativa. Ahora hay, por fin, la posibilidad de «apoyarlas para que puedan disfrutar de permisos como cualquier hombre», afirma Roselló.

El recurso es imprescindible para poder gozar de permisos penitenciarios o de tercer grado con pulsera telemática, ya que un requisito necesario es tener una vinculación familiar o apoyo externo. Pero cuando uno se acerca a la población reclusa, enseguida se da cuenta de que hay muchos casos en los que o la familia ha cortado el vínculo, o está lejos, o son extranjeras. Cuando se sale con pulsera telemática, se pide también una línea de teléfono para que pueda emitirse la señal de control a las horas en que la persona tiene que estar en casa. En todos estos casos, las mujeres quedaban de facto discriminadas. Hasta ahora.

«Desde la Pastoral Penitenciaria queríamos dar respuesta, y contactando con Cáritas diocesana se abrieron todas las puertas para una vivienda», afirma Sonia Barreda, delegada diocesana de la Pastoral Penitenciaria. «Esta conexión con Cáritas - añade - ha sido muy positiva porque sin el piso no se podía hacer nada». Desde noviembre ya está activo para acoger las mujeres que lo necesiten, y cuenta con una integradora social responsable del proyecto y un equipo de voluntarios.

El proyecto ofrece la posibilidad de acudir al piso para estancias cortas de 4 o 6 días cada vez que tienen un permiso, o más largas cuando están en tercer grado. Pero es mucho más que un aire de libertad fuera de la cárcel: «Mientras están en la casa se les ayuda a preparar la salida y a plantearse su nueva vida», añade Barreda. Precisamente los cuatro días que estuvieron acogidas Ainhoa y Francisca, aprovecharon para contactar una empresa que ya colabora con Castellón I en talleres. En enero una de ellas sale, y ya está buscando un trabajo.

Piso con vistas al futuro

Al margen de la cuestión laboral, Lires quiere ser sobretodo un hogar. Para Navidad las mismas internas que se alojen lo decorarán. Son unas fechas difíciles en la cárcel. Quizás las más duras, porque las internas se acuerdan mucho de la familia, de los hijos. Con este recurso, hasta seis mujeres podrán vivir en un «hogar que huele a libertad», asegura Barreda. «Es la posibilidad de ofrecer un hogar donde volver a comenzar, abrirse a un futuro distinto», concluye.

La apertura a posibilidades de futuro, la vinculación con los voluntarios que cada domingo encuentran en la Misa de la cárcel, la relación con el capellán son como pilares que permiten consolidar una vida en la que, espontáneamente, aparece el rostro de misericordioso Cristo. Los responsables de la Pastoral Penitenciaria reconocen que el sentimiento religioso está muy vivo en la prisión. La figura de un Dios cercano que no juzga y da una palabra de esperanza tiene a partir de ahora un nuevo hogar.