El concierto con que se homenajeó al recordado guitarrista Manolo Babiloni se saldó con un importante éxito tanto artístico como de asistencia de público que abarrotó la sala del Auditorio y aún no permitió, por falta de aforo, la entrada de casi 400 personas que no pudieron acceder a la audición, lo que conformó no pocos problemas. Los asistentes correspondieron con efusivos aplausos a Ana María Ramos, Elvira Babiloni y Antonio Gascó, que ofrecieron un mosaico de música española de obras para piano en el que se podía apreciar la diversidad musical, de ritmos caracteres folclóricos e incuso lenguas que constituyen la diversa y sugestiva personalidad española.

Hay que hablar en primer lugar de la extraordinaria contralto Ana María Ramos, dueña de una opulenta voz en el centro, sólida en los graves y siempre aterciopelada. La personalidad de esta cantante, titular del teatro de la Zarzuela, se manifestó tanto en las romanzas como en los dúos con nuestro paisano Antonio Gascó, porque además de la magnífica emisión y dicción llena de caracteres y matices, hay que añadir las extraordinarias dotes de actriz y expresivo temperamento de la cantante soriana, que no en balde demostró que, además de sus estudios, ha sido dirigida musical y sobre las tablas por las más grandes figuras de la lírica española. Su versión de «Tus ojillos negros » de Falla es de las que quedan para el recuerdo y la postinería de «La Chulapona» de las que seducen por garbo y arrogante apostura.

Antonio Gascó, con 70 años conserva una voz joven, bien timbrada poderosa, muy fácil en los agudos, llegando a atacar con facilidad en varias ocasiones un La natural agudo, obra impropia de un barítono y menos de su edad. Poseedor del buen gusto que siempre hemos alabado en estas páginas, supo frasear con sensibilidad haciendo uso de sutiles sfumaturas y portamentos, apianando notas pasando del forte al pianísimo con una babilidad que rfecordaba la técnica de Marcos Redondo, que fue su primer maestro. Como actor le dio réplica en los dúos a Ana María Ramos, componiendo ambos una pareja en la que hubo un vínculo muy integrado y comunicativao y un intercambio de actitudes escénicas que motivaron mucho al público.

Elvira Babiloni tiene una excelente técnica pianística y se enfrentó a un programa tan hermoso como popular y para nada exento de dificultades. Y si bien fue eficacísima en sus actuaciones en solitario, no menos lo fue en su labor de acompañante ayudando a los cantantes en el fraseo y teniendo una pulsación sinfónica que hizo vibrar el Yamaha de la sala que lleva el nombre de su hermano. A recordar la sensibilidad con que dijo la página «Evocación» que abre el primer cuaderno de la «Iberia» de Albéniz. En resumen un gratísimo concierto que el público recibió con satisfacción al extremo de obligar a los tres intérpretes a ofrecer el famosísimo dúo de «La Revoltosa».