Lo que le sucedió al Villarreal ayer fue como ir a la discoteca, tenerlo todo para triunfar con la chica de tus sueños, y que al final el segurata te eche por llevar calcetines blancos. El submarino llegó a tener domado al Barcelona durante muchos minutos, pero la roja a Raba, en el primer tramo del segundo tiempo, fue una adversidad más para un equipo con seis bajas, más la lesión de Semedo durante el partido, no pudo superar. Luis Suárez y Messi castigaron la ilusión de un equipo que sufre su tercera derrota liguera consecutiva y que sólo ha ganado un partido de los últimos seis.

Pero en esta vez queda un regusto muy amargo, porque el Barcelona había sido neutralizado durante muchos minutos. Un disparo al infinito de Denis Suárez, desde más lejos del semicírculo del área, sobre la media hora de encuentro evidenciaba la incapacidad del Barcelona para superar el entramado defensivo de los amarillos. El balance del primer tiempo mostraba a un Villarreal dominante, ante un rival atorado.

Calleja hizo de su capa un sayo y se reinventó en la noche en que todos los focos estaban sobre él. Sin más delanteros que Bakambu y ante la ausencia de su enganche preferido, Pablo Fornals, transformó a Ruben Semedo en hombre ancla y puso a Dani Raba y Roberto Soriano como escuderos del franco-congoleño en la línea de ataque. La apuesta se demostró acertada porque la superioridad en la media era para los locales, más allá de las limitaciones del defensa portugués a la hora de jugar el balón.

La ambición guió al Villarreal que, en un arranque eléctrico del duelo, se despertó con un cabezazo a la cruceta de la puerta de Asenjo de Piqué. Era el minuto 3, y ese aviso revolvió al submarino como un animal enrabietado. Sólo cuatro después, un centro de Jaume Costa lo remató Raba flojo a las manos de Ter Stegen. Pero el Villarreal había encontrado el camino. Buenas combinaciones, velocidad en la salida al ataque y descaro. En el 16, la más clara fue para Roberto Soriano. Un remate en una medio tijereta, obligó a Ter Stegan a sacar una mano milagrosa para evitar el primer tanto del duelo.

Veinte más tarde, tras una contra entre Bakambu y Soriano, el italo-alemán lanzó fuera cuando estaba solo ante el guardameta azulgrana. Y a cinco del final del primer tiempo, fue Bakambu quien no pudo enganchar un centro de Costa al corazón del área.

Pero el plan de Calleja mutó a la fuerza en el arranque del segundo acto. Semedo, lesionado, dejó su sitio a Castillejo. El malagueño cayó a la banda derecha, y Rodrigo regresó al eje de la medular amarilla.

Quizá fuese esa variación, o la entrada de Alcacer por Denis Suárez en el lado visitante, pero el Villarreal se desnortó. Avisaron el valenciano y Messi, y una entrada a destiempo y excesiva de Raba a Busquets le costó la expulsión al cántabro.

Una vez más, Calleja se vio obligado a variar. Rukavina reforzó la defensa y reemplazó a Soriano. Todo para frenar las embestidas de un Barça que hacía recular más a los amarillos con cada minuto que pasaba.

Aunque el Villarreal se resistía a la lógica, era cuestión de tiempo que se doblegara. Las incorporaciones de Alba por la izquierda y la entrada en combustión de Messi anunciaban el tanto. Éste llegó en el minuto 72, tras una gran triangulación entre Messi, Luis Suárez y Alcacer. Una pared entre el valenciano y el uruguayo terminó con el delantero charrúa superando a Asenjo con un toque sutil.

El orgullo amarillo hizo vislumbrar el empate con un doble disparo lejano de Trigueros y Rodri, pero Ter Stegen conjuró el peligro. Un espejismo porque el cansacio y los minutos desinflaron a un Villarreal con diez. En ésas, un error de Víctor Ruiz permitió a Messi quedarse solo y no perdonar ante Asenjo. El finiquito a un partido en el que al que a los amarillos les dejaron a la puerta de la discoteca.