Manuel Vicent (La Vilavella, 1936), acaba de presentar su última obra, «La Plana. Paisatges de la mèmoria», en colaboración con su hermano Joan Antoni, que ha aportado las fotografías. El autor de «Son de Mar» nunca ha sido ajeno al devenir político de España, y precisamente aboga por retroceder sobre nuestro pasado cruento y el más dialogante para abordar una solución pactada, entre independentistas y constitucionalistas, a la crisis catalana. Vicent se pronuncia sobre el nuevo Consell o la política de la capital de la Plana. En ambos casos afirma que lo más positivo ha sido la desaparición de «lo más visible de la corrupción festiva y fallera».

PEn la obra que ha elaborado junto a su hermano, la memoria es la palabra clave.

RSí. Es un paisaje que uno recuerda cuando era niño. Esa parte de nuestra vida que está sumergida a través del paisaje. Sonidos, visiones, los cinco sentidos en general, que forman parte de un paisaje anímico, igualmente sumergido. Y hay unos relatos de todo es mundo, y sobre eso yo he escrito lo que es el Castellón de ahora y mi hermano ha hecho unas fotos actuales, con un tratamiento fantasmagórico.

¿ Es este el concepto clave de la memoria es también una de las claves para abordar el conflicto del desafío independentista de Cataluña?

RSin memoria no somos nada. De lo que hemos sido para llegar a lo que somos ahora, para bien y para mal, no tiene ningún sentido sin haber conocido lo fuimos. Lo que fue una Guerra Civil, la madre de lo más pernicioso de nuestra colectividad, cuyas heridas más profundas no han acabado de suturar del todo. Y Lo que fue la Transición, nuevas generaciones que no vivieron ese momento, y que no sé si con derecho o no, tratan de enterrarla. El espíritu de la Transición, en el que varias generaciones vinieran de donde vinieran, unos de las clandestinidad, otros del exilio, otros del franquismo o de la cárcel, por un momento de gracia inexplicable, todos decidieron empujar en una misma dirección para sacar el carro hacia adelante.

P ¿Es la etapa de transición el espejo para solucionar esa crisis política que atenaza al Estado?.

R Es algo evidente que la independencia de Cataluña no se puede conseguir sin una revolución o una guerra, ambas ganadas, pero eso es un camino cerrado. Y por otra parte, es evidente, que el bloque constitucionalista jamás podrán apear de un ideal ilusorio, o no, a dos millones de catalanes que piensa en esa dirección. Si papara cualquiera de los dos bandos es imposible alcanzar una victoria, lo lógico es pactar. Pero pactar el famoso referéndum pactado, pues no, porque en el momento que admites eso, estas asumiendo la posibilidad de que se pueda ser independiente, extremo que requiere modificar la Constitución.

P ¿Cuál es su opinión sobre el estado de la política valenciana tras la salida del PP del gobierno de la Generalitat valenciana?

R Lo veo desde Madrid y, por tanto, desde el prisma de lo que me cuentan los amigos. No obstante, la percepción es que va funcionando. Por lo menos, lo más visible de esa corrupción festiva y fallera, ya no está presente en estos momentos.

P ¿Y que opina de la situación política de Castelló, sobre todo después de la salida del primer plano del exlíder del PP, Carlos Fabra?

R La primera tarea era limpiar, para luego empezar a construir. Lo que era urgente es que lo más impúdico de la corrupción desapareciera visiblemente de nuestra vista.