A la tablas del Teatro Olympia llegará el próximo 27 de diciembre Mayumana con su último espectáculo «Rumba». La protagonista femenina del Romeo y Julieta en clave de barrio que proponen los creadores del espectáculo es la actriz sevillana María Ordóñez, que responde por teléfono las siguientes preguntas.

Parece, a tenor de las críticas, que «Rumba» parte la pana, nunca mejor dicho con Estopa por medio, allá por donde va. ¿Cuál es el secreto del éxito de este espectáculo?

La esencia rítmica consustancial a Mayumana, la música de Estopa y el relato de una historia romántica tipo Romeo y Julieta o West Side History conforman los vértices del triángulo que hace grande este espectáculo.

¿Qué tal fue su reencuentro con la archipopular música de Estopa?

Yo era muy fan del primer disco, que me tocó el corazón. Poner en escena esas y otras canciones ha sido algo mágico, un gustazo.

¿Qué historia cuenta «Rumba»?

La de dos familias de barrio, dueñas de sendos bares, enfrentadas y la de una pareja de jóvenes, -Javier y Miriam, mi personaje- que se enamoran en contra de los deseos familiares.

¿Y triunfa el amor?

En este caso sí.

¿Hasta dónde llega la complicidad con los espectadores en este espectáculo?

Es total y absoluta, la rotura de la «cuarta pared», la que nos separa del público, es constante. El final de cada función es una apoteosis colectiva.

Por lo que he podido ver en tráilers, «Rumba» se aleja un tanto de los espectáculos convencionales de Mayumana: tiene más voces y guitarras, menos dependencia de la percusión, apenas protagonismo de los «beatbox». ¿Es la evolución natural del grupo o un paréntesis creativo?

Ciertamente es una propuesta novedosa, un experimento alejado de los planteamientos tradicionales de Mayumana que, afortunadamente, ha salido bien. Los productores quisieron salir de la zona de confort, explorar nuevos formatos; arriesgaron en la apuesta y ganaron. No obstante, el nuevo espectáculo en el que trabaja el grupo es fiel a su esencia del grupo.

¿Cuánto exige físicamente un espectáculo como el de «Rumba», donde canta, baila y toca de todo?

Mucho, una barbaridad, porque además hay que cantar en situaciones a veces poco cómodas. Por eso entreno dos días a la semana y doy clases de voz. La exigencia también es de concentración... en Mayumana no hay momento para la relajación, siempre vamos a tope.

Ha triunfado en Mérida, catedral del teatro, trabajado en un clásico como «Yerma», intervenido en un espectáculo tan indefinible como «The Hole» y ahora, Mayumana. ¿Se tiene por una artista polivalente o es que no hace ascos a ninguna oferta?

Me gusta aprender, evolucionar como artista. No tengo prejuicios escénicos y la oportunidad que me han dado en Mayumana es maravillosa.