Aestas alturas del año seguro que están, como yo, haciendo balance de 2017. Del personal quedan las fotos, recuerdos, ilusiones, miedos y muchas esperanzas, pero me apoyaré en la hemeroteca para recorrer estos 12 meses de gestión municipal a los que la Nochevieja no pondrá un punto y final, sino el correspondiente punto y seguido de las historias que aún tienen mucho por contar.

Para Almassora, la primera noticia de 2017 fue la previsión de subir el sueldo a los trabajadores del Plan de Empleo Municipal después de cinco años con un salario que urgía una revisión al alza. Imposible rechazar la propuesta del entonces concejal de Empleo, Santiago Agustí, que se materializó apenas un mes después con el beneplácito sindical y el apoyo del pleno. De las políticas para atajar el paro y ofrecer sueldos dignos no hemos dejado de hablar (y actuar) durante todo el año. Sin ir más lejos, el presupuesto para 2018 triplicará la cuantía actual con el convencimiento de que invertir en formación es la herramienta más eficaz contra el desempleo.

Uno de esos puestos creados fue el del operario del cementerio, que a la altura de las fiestas de la Magdalena ya ocupaba el vecino de Almassora que superó las pruebas con mejor puntuación. Por entonces la campaña para prevenir plagas de mosquitos en verano acumulaba tres meses de prospecciones para evitar molestias y el juzgado había desestimado el recurso de Sergio Manrique, ex de Se Puede Almassora, por las supuestas irregularidades de los grupos políticos en la gestión de las asignaciones que nos corresponden legítimamente. La Audiencia Provincial volvería a decirle que 'no' en julio.

Pero antes de eso, el 14 de mayo subimos a la ermita de Santa Quitèria para participar en la tradicional romería a la patrona, un camino que este año acabamos en una capilla rehabilitada. Uno de los principales símbolos de Almassora se sumaba así a las mejoras en el patrimonio y el urbanismo local que se han materializado en este año que termina. Me refiero a intervenciones en las calles Constitución, Santa Quitèria, el entorno de la estación (para el que esperamos cámaras de seguridad en breve), la calle San Jaime y la práctica totalidad de los parques infantiles, renovados por completo entre el año pasado y el que termina.

El compromiso por eliminar barreras arquitectónicas se une a la necesidad de desarrollar Almassora siguiendo los cánones para un progreso responsable que marca Europa. Por ello, esas fiestas de Santa Quitèria a las que me refería marcarán para siempre un punto de inflexión en el urbanismo local. Fue el día 22 de mayo, jornada en honor a la patrona, cuando se publicó la confirmación de que nuestra ciudad recibiría 5 millones de euros de la Unión Europea para el desarrollo urbanístico. Fuimos el único municipio de la provincia al que concedieron la totalidad de los fondos solicitados en dicha convocatoria.

Por ese motivo, este segundo semestre del año cambió por completo la rutina de la gestión municipal para afrontar el mayor reto al que nos enfrentamos y que en 2018 dará sus primeros pasos con las obras del trinquete, la consecución del bulevar de San Jaime o la puesta en valor del entorno de Santa Quitèria, entre otros. Todo ello saldrá adelante mientras luchamos junto a la Generalitat Valenciana para que la peor noticia de 2017, la paralización encubierta de las obras del colegio Regina Violant, quede en la hemeroteca de pesadillas que sufren alumnado, familias y docentes desde hace una década. Acabar el centro fue, es y será mi, nuestra, prioridad.

Como ven, aciertos y errores, metas que se alcanzan y obstáculos que esquivaremos juntos para poder alcanzarlas. Este resumen bien podría aplicarse al balance personal que cada uno hacemos del año. Me quedo con que incluso las noticias más dolorosas tienen el contrapunto de felicidad que producen los momentos en que todo se arregla. Espero que 2018 esté repleto de esos instantes para todos. ¡Feliz Año Nuevo!