Hay jugadores que realizan un trabajo que pocos ven, pero del que se beneficia y mucho su equipo. Sucedió ayer con Adrià Dalmau, delantero balear del Villarreal B que se dejó el alma en el campo y participó en los goles que encarrilaron la victoria ante el Atlético Baleares. Sigue siendo el máximo goleador del equipo y ayer firmó su séptimo gol de la temporada en un filial amarillo al que le han sentado muy bien los turrones porque regresó a la competición realizando un partido muy serio ante un rival que fue de menos a más. El filial se pone a seis puntos del líder Mallorca, que ayer no pasó del empate contra el Peralada.

El partido se jugó como quiso el Atlético Baleares, es decir, sin brillo, con marrullerías, con mucho fútbol de contacto, pero al final prevaleció el juego vistoso y animoso del filial amarillo, que logró desatascar el marcador al filo del descanso con el gol del alicantino Darío Poveda, que definió el último pase de Mario González. Fue, posiblemente, la primera y única ocasión de la escuadra de Miguel Álvarez en la primera parte y el balón acabó al fondo de las mallas.

Con más bajas de las esperadas afrontó el Villarreal B este encuentro contra el equipo de Horacio Melgarejo. La temporada pasada el equipo blanquiazul dejó con un palmo de nariz y sin fase de ascenso al conjunto groguet entonces entrenado por Paco López, con el 1-2 final. Ayer hubo una especie de venganza en el Mini Estadi de Miralcamp, ahí donde nadie logra ganar a este filial.

Los villarrealenses se armaron de valor ante un rival que no lo dudaba a la hora de poner la pierna o lo que fuera. Por eso, porque sólo quiso proponer uno, el partido no fue la octava maravilla, ni muchísimo menos. Fue un encuentro de pelea, de garra y de fuerza. Eso sí, el Atlético Baleares dejó claro que es un bloque curtido en mil y unas batallas. Con oficio y con futbolistas muy experimentados.

Del primer tiempo, que no acabó de tener un dominador claro (la posesión estuvo muy dividida), habría que destacar dos acciones. Una en el minuto 18 con un despiste del central amarillo Pau Francisco Torres dentro del área, y allí el debutante Canari le robó el balón. El palentino lanzó a portería, pero apareció el guante de Ander Cantero para despejar el cuero a saque de esquina. Y en el minuto 40 esa acción que nació desde la banda izquierda y que acabó con el remate final de Darío al fondo de las mallas. Con ese 1-0 se llegó al descanso.

El filial se impone

El segundo tiempo no pudo empezar mejor para los intereses del Villarreal B porque cuando sólo se había disputado un minuto con seis segundos el burgalés Mario González se aprovechó de un rechace del portero Aulestia, a tiro fuerte de Adriá Dalmau, para poner el 2-0. Una buena renta, pero el encuentro no estaba sentenciado ni muchísimo menos. Pero, en el 62, Dalmau anotó de penalti un gol que fue clave, de los denominados psicológicos. De ahí al final apretó el equipo balear. Mereció algún gol, pero Ander Cantero estuvo extraordinario.