Cayó el muro. El Villarreal cruzó la última frontera en una tarde que, en otros tiempos, podría haberse convertido en una goleada en contra. Pero el submarino supo entender y jugar con la endeblez del Real Madrid de Zidane, sumido en una depresión tan profunda que le impide encontrar el gol ante un portería vacía. Los amarillos supieron sufrir, capear el temporal de ocasiones de los blancos a los que la ansia y el miedo impidieron anotar para sumar el triunfo, por primera vez en su historia, en el Santiago Bernabéu.

Ayudado por un Asenjo pletórico, el equipo de la Plana se plantó en el minuto 87 con la igualada en el marcador y encontró su oportunidad, el momento que llevaba casi dos décadas buscando. Un saque de esquina mal botado por el Madrid, se convirtió en una contra guiada por Cheryshev que encontró la carrera de Enes Ünal. Es posible que el turco estuviera en fuera de juego al recibir el pase, pero logró alcanzar el balón entre los centrales. Su remate se encontró con el pecho de Navas, pero el rechace lo convirtió en una sutil vaselina Pablo Fornals para anotar el tanto que sellaba una tarde para el recuerdo.

Ahora se abre un panorama ilusionante para los amarillos. Tras tres triunfos y un empate en las últimas cuatro jornadas, el Villarreal se sitúa a un punto de los blancos en la tabla. Duermen hoy como quintos y, aunque los merengues todavía deben jugar un partido más, parece que no hay motivos para renunciar a soñar con un puesto en la próxima Champions League. Si el principal contrincante es este Real Madrid zombi, no es una empresa descabellada.

Todo esto después de un partido de sufrimiento en el que los blancos perdonaron tanto que terminaron por hacerse el hara kiri. En la primera mitad, dio la impresión de que al Villarreal le faltó ambición. Como es habitual, el equipo se veía condicionado por unas bajas que obligaron a Javi Calleja a contar con Bonera en lugar del sancionado Víctor Ruiz y a apostar por Raba como compañero ofensivo de Bacca, relegando a Ünal al banquillo. Pero, más allá de los condicionantes, el submarino se paseó durante el primer acto por el Bernabéu sin colmillo, más pendiente de soportar la tormenta que arreciaba sobre el estadio, que de derribar, de una vez por todas, el último muro, cruzar la última frontera.

Sin brillantez, pero impulsado por la inercia, el conjunto de Zidane acumuló ocasiones suficientes como para marcharse al descanso por delante. Marcelo, con un disparo lejano, y Cristiano Ronaldo, con una falta desde la frontal del área, se encontraron con la manopla de Asenjo antes del minuto 25. Bacca pudo cambiar el curso de la historia, pero Nacho le impidió rematar solo ante Keylor Navas.

Un remate de Cristiano en la parte derecha del área se marchó cerca de la escuadra, en el minuto 31, y los locales reclamaron un posible penalti por manos de Álvaro en el minuto 35. Todavía en la primera mitad, Bale perdonó el 1-0 con un disparo demasiado cruzado, y Asenjo salvó el gol en un remate a bocajarro de Cristiano Ronaldo, después de un pase desde la derecha de Isco.

La primera parte se extinguía y el Villarreal salvaba la cabeza. Una pizca más de mordiente, un poco más de ambición podía liar un escándalo de narices en el Santiago Bernabéu.

Cambiando la historia

Calleja sacrificó a Raba en el arranque de la segunda mitad, y apostó por Cheryshev. La entrada del ruso le cambió la cara al equipo. Se estiró el conjunto castellonense, y al Madrid se le aparecieron los fantasmas. El ex del Madrid perdonó con un remate demasiado cruzado en el minuto 48 y Bacca, en el minuto 62, tampoco encontraba el camino al gol.

Controlaba el ritmo del partido el equipo merengue, pero su confianza se había resquebrajado. La ansiedad incrementaba con los minutos y ahí halló el Villarreal el resquicio perfecto para dar el golpe definitivo. En un lugar especial de la historia del submarino quedará la contra guiada por Cheryshev y el tanto de Fornals que han tirado el muro abajo.