«El profesor nos tocaba los pechos, el culo [por delante y por detrás] y las nalgas». Esta fue la confesión unánime de cuatro niñas contra su profesor de solfeo, Salvador R., ayer ante el tribunal que juzga este caso de abusos sexuales, la sección 1ª de la Audiencia de Castelló. El procesado, que se enfrenta a una pena de 24 años de cárcel, negó la acusación y únicamente admitió que pudo haber «un pequeño rozamiento», y de manera fortuita.

Según el escrito de calificación del ministerio público, los hechos ocurrieron en una fecha no determinada, entre finales de 2014 y marzo de2015, en una academia de música de Soneja. «El acusado sirviéndose de su condición de profesor de solfeo y con el objeto de satisfacer su ánimo libidinoso, llevaba a cabo juegos infantiles con las menores [de 10 años en esa fecha], que tenían como resultado final tocamiento en pechos, zona anal y vaginal». «Estos hechos se repitieron durante dos días a la semana durante el periodo indicado», añade.

El acusador público dio por probados los hechos al término de la vista oral y elevó a definitivas sus conclusiones. Así, el fiscal solicitó 24 años de prisión por cuatro delitos continuados de abusos sexuales a menores de trece años y una indemnización de 1.500 euros a cada menor en concepto de daños morales. Dos de las madres de las pequeñas renunciaron a reclamar cantidad alguna.

En su declaración ante el tribunal, el acusado negó que, en ningún momento, propusiera a las niñas ningún tipo de juego. «Eran ellas, que mantenían una frecuente indisciplina, las que me cogían las cosas, entre ellas el libro de dictado, las llaves o el estuche, y me veía obligado a arrebatárselos», dijo. «Incluso, a veces, hasta apagaban la luz», añadió. «Pero nunca les realice ningún tocamiento, a lo sumo algún pequeño rozamiento al intentar recuperar los objetos», explicó. El docente admitió que, quizás, su error fue no comunicar a los padres la indisciplina de las niñas en las horas lectivas.

Las menores, en la actualidad de 13 años de edad, admitieron ante el tribunal que eran ellas la que comenzaban los juegos quitándole al profesor los objetos y qué este en su intento de recuperarlos les realizaba los tocamientos. Unas de las niñas llegó a asegurar que en una ocasión el profesor al intentar recuperar un estuche que tenía escondido en la espalda le introdujo la mano entre el jersey y la camiseta, «y me tocó los pechos», puntualizó. Las niñas subrayaron que al principio no eran conscientes de que la actitud del profesor «no era normal». Y que el profesor les advertía de que lo «que pasaba en la clase de música, se quedaba en la clase de música».

Según las víctimas, fue una amiga común, de la misma edad, aunque no compañera de clase en la academia de solfeo, quien les advirtió de que lo que estaba haciendo su profesor era «acoso sexual».

Tras desvelar los hechos a la amiga, las niñas relataron a sus padres lo sucedido. Los progenitores, tras pedir explicaciones previamente a la dirección de la academia, denunciaron los hechos ante el juzgado. Las madres de las niñas también corroboraran que sus hijas les confesaron los supuestos abusos del profesor. Una madre declaró que al preguntarle a su hija como había ido la clase, ésta contestó: «Bien, hemos dado la clase y luego Salvador no ha tocado el culo».

Testimonio creíble

El informe forense, elaborado a petición del juzgado instructor,, considera «creíble» el testimonio de las niñas al tiempo que califica al profesor «como nervioso y dubitativo». La perito calificó de «normal» que la edad en que las niñas fueron objeto de los abusos, éstas no le dieran importancia.

Otro informe, en este caso a instancias de la defensa, no aprecia ningún comportamiento inadecuado en el procesado ni detecta «una intención libidinosa o sexual». La acusación particular presentó un informe alternativo al de la defensa en que se constata la «dificultad del procesado a controlar sus impulsos».