Que todos los ciudadanos tenían la percepción de que las ayudas a la cooperación, en su término más amplio, habían quedado reducidas a cenizas con la excusa de la crisis económica era algo ya sabido. Pero que salgan a la luz los datos cuantificados de esa absoluta quema en lo que se refiere a la ciudad de Castelló da a entender que, efectivamente, los más débiles han sido los peor parados en una época salpicada, para más inri, por escándalos de corrupción política y despilfarro, en especial en la Comunitat Valenciana.

Hay varios datos para la reflexión. En 1995, la primera etapa del Ayuntamiento de Castelló en acciones integradas en Cooperación y Solidaridad, el presupuesto fue de 104.997 euros. La cifra se llegó a elevar en 2008 a 422.523 euros pero, de un plumazo, en apenas cuatro años, la cantidad se redujo hasta unos casi testimoniales 40.280 euros. Pero las sensibilidades, afortunadamente,están cambiando y, tras la tímida recuperación de estas cantidades desde 2013, la cifra volvió a dar un vuelco espectacular el pasado año, con más de 400.000 euros 'solidarios'. La propuesta para este 2018, pendiente de la aprobación definitiva de los presupuestos municipales, es superar el medio millón de euros, con lo que estaríamos con la partida más amplia de los últimos 22 años. Eso sí, no hay que llevarse al engaño, sigue siendo una cantidad muy alejada de ese famoso 0.7 por ciento del presupuesto al que se comprometieron en su día -Castelló también- numerosas instituciones públicas. En el caso de la capital de la Plana, con unas cuentas anunciadas para este ejercicio de más de 176 millones de euros, estaríamos hablando de una partida para Cooperación y Solidaridad de más de 1,2 millones de euros.

Todos estos datos salen a la luz gracias al proyecto que el actual equipo de gobierno, de la mano de la concejalía de Bienestar Social que gestiona José Luis López, ha puesto en marcha para elaborar el I Plan de Cooperación y Solidaridad de Castelló, que dispone ya de un diagnóstico y que se convertirá en el primer plan director de un ayuntamiento en el ámbito de la Comunitat Valenciana.

Según explica José Luis López, «tenemos que marcar en qué zonas geográficas vamos a trabajar a partir de ahora en el consistorio, entendiendo también la historia de dónde viene la ciudad de Castelló». En este sentido, señala que, «lógicamente, tendremos que seguir trabajando en países tan importantes como Burkina Faso, Perú en Centro América, pero también hay que concretar las líneas de cooperación y, para nosotros, es fundamental la Agenda 2030». Esto supone, según recuerda, apostar por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), destacando el número 5, el de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres, «con el que nos hemos comprometido como ciudad y como ayuntamiento dentro de la alianza de ciudades ODS que ha impulsado en Gobierno Valenciano».

El diagnóstico en cuestión recoge un estudio detallado de la evolución histórica de la Ayuda Oficial al Desarrollo desde 1995 a 2016. Y el resultado es esperanzador en lo que se refiere a la gran actividad de las ONG en Castelló, pero desalentador en lo que casi ha sido un desmantelamiento de las ayudas.

Varias son las limitaciones que se han encontrado a nivel global, no sólo en Castelló: la paulatina desmovilización inicial de los ayuntamientos y entidades autonómicas, la reducción de las políticas de cooperación, un sistema excesivamente burocratizado, la falta de coordinación y un incremento de la desinformación. Y en el caso de la Comunitat Valenciana, ha sido sin duda «una de las que, en mayor medida, optó por el repliegue y el desmantelamiento de las políticas públicas de cooperación, que en el período de 2012 a 2015 fueron prácticamente inexistentes y mantenidas por unas pocas entidades locales».

Cuatro son las etapas en las que se ha dividido la actividad en la capital de la Plana. La primera, de 1995 a 2003, surgió, como en tantos otros sitios, como respuesta a las acampadas famosas del 0,7. El ayuntamiento aprobó las primeras bases reguladas y finalmente apareció el presupuesto inicial en 1995, con 104.997 euros. La partida, escasa y muy lejos del 0,7, tónica que se siguió manteniendo hasta el año 2004.

La segunda etapa, la de más avances hasta la fecha, es la de 2004 a 2011, que contó con un constante incremento del presupuesto, con un tope de 422.523 euros en 2008, pero que fue bajando hasta los 280.781 del año 2011 y, de forma drástica, a los 40.280 euros del año 2012. Sería esta tercera etapa (de 2012 a 2014), la de un retroceso brutal. La cuarta fase, de 2015 a 2017, refleja el inicio de la reactivación y del compromiso municipal de aportar a Cooperación en 2019 el 0,7 % del PIB municipal. El camino sigue siendo muy largo, pues el esfuerzo presupuestario del ayuntamiento el pasado año para Cooperación se traduce en el 0,23 %, muy lejos del 0,7 comprometido. Pero hay datos notables. Respeto al año 2014 el presupuesto ha aumentado en un 300 %.

El diagnóstico también saca a la luz el trabajo de las ONGD de Castelló, en torno a 35, destacando que casi todas ellas subsisten gracias a los voluntarios. Con todo, varios son los retos del ayuntamiento: incrementar los recursos humanos para gestionar la Cooperación; una apuesta decidida poa la consolidación de los fondos o le mejor coordinación entre áreas y negociados municipales. A ello se une el reforzar la Educación para el Desarollo -para transmitir valores en los colegios- y aprovechar el potencial de numerosas ONG en temas de salud gracias al papel de entidades como Medicusmundi Mediterrània o Ajuda Directa Safané en países como Burkina Faso.