En las duras y en las maduras, David Cubillas Peña (Castelló, 1990) está siendo la referencia goleadora del colíder CD Castellón. En el último minuto del último partido, encendió la traca de la Magdalena al marcar el gol de la victoria contra el Eldense, y provocar el delirio en la afición de Castalia, que sueña con escapar de Tercera. Tras un largo periplo por clubes de toda España, Cubillas firmó este verano para jugar de albinegro en el estadio al que su padre le llevaba de niño. Ahora es un gigante. Un gigante para un ascenso.

¿Cuáles son los primeros recuerdos futbolísticos?

Desde muy pequeño mi padre me llevaba a los campos Federativos. Era entrenador de ligas de empresa y le gustaba mucho el fútbol, aunque no jugaba. Me ponía una camiseta a rayas del Castellón, guardo una foto, yo tendría tres o cuatro años. Mis abuelos además tenían un bar en la Gran Vía y se respiraba mucho ambiente de fútbol siempre. Empecé a jugar en el Sporting de Castellón, pero era demasiado pequeño y nos denunciaron. Viví hasta los 12 años en Perpetuo Socorro, en Almassora, y jugaba con los amigos de allí. En benjamín de segundo año, estando en el Sporting, me llamó el Villarreal para hacer una prueba, antes de que hicieran la Ciudad Deportiva, pero eran muy malos, en la prueba los otros nos metieron 15 goles, y le dije a mi padre que prefería quedarme con mis amigos. Ya al año siguiente con la Ciudad Deportiva me volvieron a llamar y entonces sí. En el Villarreal estuve desde alevín hasta el filial.

¿Quién le enseñó a jugar?

Hubo un entrenador en el Villarreal que se llamaba Ezequiel. Ahora está con los niños del San Pedro. La mayoría de mi juego me lo enseñó él en edad alevín. El juego de espaldas, los movimientos de delantero... Siempre jugué de delantero porque siempre me gustó marcar goles. Además mi abuelo me pagaba mil pesetas por cada gol, y esa era una motivación potente. En el Villarreal cada año traían jugadores buenísimos, pero iba aguantando. Del alevín que conocí al Villarreal B creo que solo llegué yo. Estaba Jordi Pablo, de Vinaròs, que era un espectáculo, pero se rompió tibia y peroné, dos cruzados, el tendón de Aquiles... Se ha dejado el fútbol.

De Vila-real a Benidorm.

El Benidorm a priori era un proyecto de la hostia pero luego estuvimos siete meses sin cobrar. Fui cedido por el Villarreal y al menos ese problema no lo tenía. Llegamos con ilusión pero las cosas se enturbiaron pronto. Puede que fuera un error salir tan pronto del Villarreal, pero aprendí mucho de otras cosas, de los veteranos, de cómo funciona el fútbol. Al final bajamos en la promoción con el Betis B. Aquel año el Castellón hizo una sentada allí, que estaba también sin cobrar en Segunda División B.

¿Qué aprendió? Creo que si la adaptación a Tercera ha sido tan rápida es porque su fútbol no es el típico de un filial.

Pillería, experiencia. En Tercera no he jugado mucho, solo en el Villarreal C y en el filial del Depor. Segunda B puede ser un poco más competitiva, pero el partido con el Eldense, por ejemplo, fue de Segunda B. A mí el choque me gusta. No soy virtuoso, tengo claro lo que sé hacer. Sé lo que es lo mío. Lo mío es vivir en el área y poco más.

De Benidorm me fui al filial del Deportivo. Estaba Oltra en el primer equipo y llamó a mi representante. Hice la pretemporada en el primer equipo, y el año fue bueno. Galicia es un gran lugar para vivir. Era la primera vez que me iba tan lejos e hice amigos para toda la vida, como Adrià Gallego, que también estuvo en el Castellón.

De ahí pasó al Espanyol.

Otro filial. Había comprado plaza en Segunda B. Jugué bien y fui convocado con Javier Aguirre algunos partidos. Me quedo con el recuerdo de vivir de cerca la Primera. Debuté en Copa y estuve en el banquillo en un derbi con el Barça. Pero echaron a Aguirre y me apartaron. No contaban conmigo y fui al Huracán, donde estuve dos etapas con futbolistas de mucho oficio y mucha experiencia. En la primera apenas jugué. En la segunda sí, pero no cobramos nada. En diciembre en una comida de equipo empezaron a vibrar los móviles de todos anunciándonos que nos habían descalificado. Nos dejaron en manos unos inversores y luego todo era mentira.

Y a Melilla.

Llevaba dos semanas en casa entrenando por mi cuenta. Entonces ya me llamó el Castellón pero quería seguir en Segunda B. A Melilla primero no me apetecía ir, pero la propuesta económica era muy buena y decidí probar. Ahora no me arrepiento para nada, y eso que de repente me vi de noche en Almería en un barco, yo solo, con gente durmiendo por los suelos, pensando donde me había metido. Pero luego allí estuvimos muy bien. Remontamos, nos salvamos y me quedé otro año, y me hubiese quedado más. Fue una época espectacular.

Llega este verano...

Y llega la locura. Ya desde mayo mis amigos empezaron a llamar: 'vente al Castellón'. Tuve ofertas de Segunda B: Ebro, Coruxo, Saguntino... pero tampoco me llenaban del todo. Decidí esperar. Al mismo tiempo el Castellón me seguía llamando y cada vez que entraba a Twitter era de locos, 'que va a ser el año...' Mi padre nunca me dijo nada, pero yo podía imaginar también lo que quería. Cuando le dije que sí, que estaba tomada la decisión jugar en el Castellón, se alegró mucho.

¿Fue fácil tomar la decisión?

Tuve miedo. Gente del fútbol me advirtió del peligro de bajar a Tercera. Pero me arriesgué. Además el Castellón conlleva una presión difícil de llevar, pero no la cambio. Es complicada, sobre todo para gente joven que no está acostumbrada, aunque vengas de categorías superiores aquí te plantas en el primer partido en casa con diez mil espectadores. Y es el minuto 80 y vas empatando con el Buñol. Por suerte caí de pie, metí dos goles al final de ese partido y se hizo todo más fácil, aunque ha habido momentos de riesgo. El día del Ilicitano, por ejemplo, tiro fura un mano a mano y el descanso no fue fácil. Tuve luego la fortuna de meter la primera que toqué en la segunda parte. Es que estoy teniendo suerte, es el año más goleador de mi carrera. Influye que es Tercera, que lo juego todo, que tengo la confianza.

¿Jugar en el Castellón es como imaginaba?

No me esperaba tanta repercusión. Después de los partidos, el móvil es una locura. Hay una ilusión palpable, muy grande. Cuando yo firmé había ya ocho mil abonados. Mi padre de niño me llevaba siempre a Castalia, que iba yo tapándome el chándal del Villarreal como podía (risas). Recuerdo viajar en Segunda a Albacete, a Elche... El gol del ascenso de Manu Busto estaba en el Gol Alto, encima de la portería. Habiendo vivido eso, y viendo lo que se estaba generando en Castelló, me dije que esto no me lo podía perder. No sé qué está por llegar, pero lo que he vivido ya estos meses lo llevo muy adentro. Aquí juegas por mucha gente, no solo por ti. Y siendo de aquí, más. Tu familia está en la grada. También tus amigos. Incluso conocidos que no veías desde pequeño te hacen saber que están contigo. La gente te para por la calle. Es muy bonito.

Cuando iba de chaval a la grada, ¿qué jugadores le gustaban?

Me fijaba mucho en Marcos Estruch. En general siempre en los delanteros altos como yo. En Segunda también me gustaba Raúl Sánchez, Ulloa luego... pero Marcos sobre todo.

¿Cómo ve al equipo ahora?

La llegada de Cristian (Herrera) nos da un salto en la delantera. Es muy listo, muy vertical, de categoría superior. Y Marc (Castells) nos da fuerza atrás. La gente puede pensar que falta un delantero, pero yo nos veo bien. Del filial aprietan también. Somos los que somos y estamos todos convencidos de lo que hacemos. Da igual quien juegue que vamos todos a una. Tenemos una idea clara. Nos gusta empezar los partidos siempre con un juego muy directo y meter al rival en su campo. Lo estamos interpretando todos bien y los resultados van acompañando.

¿Cuánto ha influido el cambio de entrenador?

Sergi (Escobar) ha metido mucha alegría al grupo, fe, ilusión, otra garra. Estamos todos metidos, hay chispa, y cuando estás jugando se nota esa confianza en el momento de decidir los partidos.

El otro día lo estuve hablando con Sergi, me decía que con 1-1 en el minuto 80, con el Eldense, nos hubiese echado atrás para no perder, pero que nos vio que queríamos y queríamos y al final, mira, llegó el gol y ganamos.

¿Sueña despierto con el ascenso?

Uf, es inevitable pensar en lo que se puede montar si subimos. Estás en casa sin hacer nada y sin querer piensas si es mejor subir fuera o en casa, cómo estaría Castalia... Pero debemos seguir a lo nuestro, aún está lejos. Lo primero es ir a ganar el domingo al campo del Levante.

¿Le gustaría arraigar en el Castellón?

Firmé un año pero tendré la decisión a final de temporada. Ojalá echar raíces. Me gustaría devolver al Castellón a categorías más altas y acabar lo que he empezado.