Durante la Magdalena de 2009, una noticia fue tejiéndose de boca a oído, de conversación en conversación, hasta que llegó el último sábado y lo que parecía un rumor o una broma se convirtió en realidad. Y Castelló, esa ciudad con poco margen para el asombro, protagonizó una sorpresa mayúscula. Miles de personas colapsaron las calles del centro en busca del concierto de regreso de Tom Bombadil. La popular banda castellonense de folk llevaba una década sin tocar. Aquella noche y en aquel momento, sobre el escenario de la colla Masovera, en el Casal Popular, oteando el lleno en la calle Alloza, desde Clavé y hasta Colón, Tom Bombadil dejó de ser un grupo festivo y generacional para trascender en el imaginario colectivo de la provincia y la capital.

El regreso surgió como surgen casi todas las cosas buenas, un poco de casualidad. Ya había ocurrido en aquel Aplec de 1986, cuando se formó el grupo, y se repitió en una cena. «No fue una decisión premeditada», cuenta Xavi del Señor, baterista y miembro fundador de la banda, «nos juntamos a cenar y decidimos tocar otra vez». Tom Bombadil paró al cambiar de siglo, cuando la actividad noventera se vio frenada por «los compromisos familiares» de varios componentes. Pero en 2009 hubo otra motivación. «Queríamos que el concierto fuera un regalo sorpresa para Toni, de L´Ovella, que nos ayudó mucho al principio y en el primer disco, pero fuimos a contárselo y dijo que no, que además iba a cerrar el pub. Como ya habíamos ensayado y nos apetecía tocar, cambiamos de idea, y pudimos hacerlo en el Casal Popular».

El concierto fue más valioso como exhibición de músculo social que como ejercicio musical. «Fue un poco caos y tocamos en unas condiciones infames». Muchos allí ni escuchaban las canciones, pero dio igual. Era Tom Bombadil y nacía un mito justo ahí. «No esperábamos que viniera tanta gente, para nada», añade Del Señor, «se juntó un poco todo, que llevábamos tiempo sin tocar, y que en Magdalena siempre funcionábamos muy bien». Todavía hoy, entre la pachanga, el trap y el reggaeton, no hay discomóvil que no pinche ese estribillo demoledor de Vivimos en Castellón, siempre uno de los momentos álgidos de la fiesta. En el concierto de 2009 hubo de todo. «Fuimos a cenar y al volver no podíamos entrar a la calle para tocar. Había tanta gente que la policía estaba preocupada, y nosotros un poco también. Al cantante se lo llevaron en volandas en una canción, acabó subido a un balcón y no pudo volver. Terminamos antes de tiempo por eso», rememora Del Señor.

Una cita habitual

«Aquella noche nos animó a seguir». La segunda etapa de Tom Bombadil es «más tranquila», en palabras del propio músico. Intentan cuidar el formato y el sonido de los conciertos. Apenas viajan. Su territorio natural es la provincia. Sin embargo, este año no habrá cita habitual durante las fiestas de la Magdalena, solo una colaboración puntual el miércoles en el concierto de Lèpoka. «Normalmente en octubre o noviembre ya teníamos una decena de propuestas», apunta, «pero este año solo llegó una y no reunía las condiciones mínimas para hacer un buen concierto». Del Señor, portavoz de Castelló en Moviment en el ayuntamiento, deja entrever que las razones no son solo musicales. «O la gente ya no nos quiere ver o algunos ya no nos quieren contratar», desliza, irónico.

Sea como fuere, Castelló se queda este año sin concierto de Tom Bombadil. Sus miembros (Xavi, Valentín, Ximo, Javier, Félix, Manolo, Sebastián y Juanjo) vivirán la Magdalena desde el otro lado del escenario. El grupo nació en 1986. El último disco, El camino pedregoso, se publicó en 1996. Sus canciones han difuminado el paso del tiempo.