Tradición, historia, orígenes... Es la rueda que mueve la cara oficial de la Magdalena, desde el primer hasta el último acto. Algunos eventos, como el institucionalizado para echar el cierre a nueve días de fiesta, aún encierra un significado indescifrable para muchos vecinos. Todos saben que el 'Magdalena Vítol' es la despedida oficial a la fiesta.

Aunque realmente, y según los estudiosos y eruditos, no es una despedida, si no todo lo contrario una exclamación de ¡Viva la fiesta¡, que tiene su raíz en el valenciano antiguo.

Por tanto, es al mismo tiempo el final de una Magdalena y es el principio de otra espera para un nuevo encuentro con este icono festero de la capital de La Plana. Y no será una espera de brazos cruzados. La travesía a la Magdalena 2019 estará salpicada de actividades que prácticamente ocuparan y preocuparán al colectivo durante los próximos 365 días.

El epicentro de la bajada del telón de la Magdalena, la noche del cuatro domingo de Cuaresma, la Plaza Major, volverá a estar de bote en bote, de festeros que exprimirán su mermadas energías para exclamar el anteriormente mencionado grito de guerra de los festeros. Tras tan peculiar exclamación, como no, un final de fiesta envuelto, de nuevo, en ambiente con sabor y olor a pólvora.

Ya es la hora, piensa la mayoría de regresar al nido, de devolver al armario los elementos identificativos del vestuario magdalenero: la blusa y el pañuelo.

A partir de ahí, los ciudadanos se verán abocados a encarar el lunes más difícil de año. En general, los lunes es día de semana de menor aprecio para el personal, tanto para lo activos laboralmente, como los parados.

Para los castellonenses, hay aún un lunes que les cuesta más trabajo digerir, el lunes postmagdalena. El personal vuelve a su puesto laboral o su rutina de desempleado, con el cuerpo molido tras el maratón de nueve días y otras tantas noches de fiesta ininterrumpida. Una losa que lastra al más pintado.

Los jugos gástricos aún no habrán acabado de disolver las sobredosis de calorías, bien por atracones de comida o ingestas de alcohol, y en los oídos aún resonaron los estallidos de petardos. Haya sido festero activo o pasivo, las secuelas de la semana de la Magdalena son visibles en su rostro.

Pero no sólo las personas presentan en su semblante las huellas de la resaca festera. La ciudad tampoco se recupera, de la noche al día, de la parranda colectiva que ha soportado. Las calles de la urbe, especialmente las más céntricas, tardarán uno días en despojarse totalmente de la secuelas de la fiesta por muy diligentes que se muestren las brigadas municipales de limpieza o cuadrillas de operarios de particulares.

En la calles todavía quedan restos y materiales por retirar de las estructuras festeras. Es la hora del balance sobre cuántas toneladas de basuras ha generado la fiesta.

La puesta en marcha de una nueva entrega de la Magdalena será para Castelló, a diferencia de los otras dos capitales de la Comunitat, empresa más fácil y con mayores dosis de reciclaje. Aquí, no se quema nada, por mucho humo que durante toda la semana se observe en la ciudad .

La fiesta se ha acabado. Ahora sí empieza el tiempo por excelencia del mantecao.

¡Hasta luego, Lucas¡