Llegaba Castelló a su último día de fiestas y se celebraba así la corrida que cerraba la Feria de la Magdalena 2018. Volvían las figuras a repletar el cartel y lo hacían, como no, con los reyes del «monoencaste» como rivales. Una terna bien compensada, bien combinada con Enrique Ponce abriendo plaza, 28 años delante de los toros y continúa en excelente nivel tanto en lo técnico como en lo físico. José María Manzanares repetía tarde, difícil de entender que un torero repita tarde en una feria de tan solo cuatro corridas y más cuando han quedado nombres importantes sin sitio. Se actúa mas por taquilla que por justicia, es lo que hay; nos guste o no. El último toro de la Magdalena sería para Andrés Roca Rey, acaba de empezar y no necesita presentaciones, valor frío y seco, riesgo más que pureza, todo llegará.

Se guardaba un respetuoso minuto de silencio en memoria del niño Gabriel Cruz. Banderas al viento que llegaría a molestar en algún momento en una corrida sin fondo y desclasada del laboratorio de Juan Pedro, donde solo se salvaría el sexto. Por momentos las peticiones de apéndices se fueron de las manos pareciendo esto una plaza de pueblo. Tuvo que lidiar el presidente durante toda la tarde con una «afición» triunfalista y festivalera.

Salía al ruedo el primero de la tarde y lo hacía escobillado del derecho. Abrochadito y cómodo de cara. Saludó Ponce con verónicas suaves para aguantar al castaño que abría plaza su falta de fuerzas. Recibió un puyazo trasero y fue tardo en la salida a por las banderillas, solo dos pares en el lomo y cambió de tercio el presidente a petición del torero. Brindó al Nobel Vargas Llosa para comenzar con derechazos suaves y ligados, caído de hombros el valenciano. Le molestó el viento racheado que le obligó a ayudarse por el izquierdo. Todo deslucido por la falta de fuerzas del animal que llevó a Ponce a terminar la faena con el toro apoyado en tablas. Estocada caída y sin entrar entera que le dio una oreja.

También pequeño el cuarto aunque cuajado que entró fuerte al peto metiendo la cara y empujando. Salió pronto al encuentro con los banderilleros. Brindó Ponce al público y lo sacó con doblones sin exigir demasiado y rematando por alto. Embestía caminando el toro al que el torero le recetaba distancia y oxigeno para aguantarlo. Comenzó con un molinete la tanda más larga, cuatro derechazos acompañando el torero al animal con la voz. Se llevó la pañosa a la izquierda con un cambio de mano larguísimo, al segundo se fue el toro al suelo. Tiró de poncinas para caldear a un público que le valía todo, más caliente aún cuando se puso Ponce rodillas al suelo. Abaniqueo y estocada letal para que todo el mundo sacase el pañuelo pidiendo una oreja, luego dos y ¡al final el rabo! Era faena de una. Dos le concedió el presidente, aguantando como pudo.

Sin ningún tipo de fuerzas el segundo, al que Manzanares tenía que levantarle la muleta para que no se viniese al suelo. Tampoco le ayudó el viento que le imposibilitaba la limpieza en el muletazo y llevaba a tocarle la franela el protestón deslucido. Mete-saca muy bajo y pinchazo que llevaron el toro a doblar. Parado y emplazado de salida el quinto. Puso en riesgo al picador al coger al caballo por el forro y perder este la verticalidad, aguantó sin caer. Brindó a Ponce y comenzó el alicantino llevando al toro por el derecho, tratando de templar una embestida desclasada con la cara a media altura que al menos evitaba que cayese. Por el izquierdo nada, no pasa el toro. Otra vez la muleta en la derecha, llega el alicantino al público conformista con pases sin riesgo ni emoción. Un cambio de mano seguido del de pecho acabando en el hombro contrario fue lo único válido. Estocada caída y otra vez los pañuelos al viento. Solo una oreja; menos mal.

Fue aplaudida la puya del tercero. Lo quitó por chicuelinas ajustándose de menos a más Roca Rey. Brindó al público para salir con valor y variedad combinando pases por alto, trincherazos y pasándose el toro por la espalda. Noble pero sin fuerzas el toro, tuvo que tirar el peruano de circulares y pases de pecho, alguno eterno y con gusto. Desprecio mirando al tendido y trincherilla que dejaron al toro listo para recibir una media estocada con mucha verdad por parte del torero. Necesitó un descabello antes de quedarse con un apéndice. Recibió de largas cambiadas de rodillas y en el tercio y alargando la verónica al que cerraba feria. Midió la vara el picador para dejar al toro más bien crudito. Se desmonteró Domínguez tras dos buenos pares de banderillas. Se echó Roca Rey la montera sobre las zapatillas para inicial la faena con un péndulo de valor, lo ligó con un pase de las flores, pedresina, desprecio y pase de pecho. Imposible hacer más en menos tiempo. Aprovechó el buen tranco del toro para torear en redondo y sobre todo por la izquierda, bajando mucho la mano, alargando la figura y cargando la suerte. Puso el riesgo pasándose el toro por la espalda y sacando la punta de la muleta para dejarle una arruzina seguida de un cambio de mano largo y al natural. Estocadón hasta la bola y dos orejas más al esportón del peruano.