Familia y allegados velaron ayer en el tanatorio La Magdalena de Castelló a Casimiro D. «Boni», que el martes fue asesinado por la expareja de su hija, Antonio T., tras abalanzarse sobre él para defender a su nieta de 22 años. La viuda destacó que la policía «hizo todo lo pudo» para protegerles. La expareja del autor de los hechos había sido trasladada el lunes a un piso de acogida de mujeres maltratadas tras denunciarle por violencia machista. La Policía Nacional activó tras la notificación medidas de protección para su hijo de 8 años y ordenó la búsqueda y captura del hombre. El agresor buscó primero al niño en Cabanes, donde reside, pero no lo localizó. Luego se desplazó a la casa situada en la zona de la Marjaleria de Castelló de sus exsuegros, donde también estaba la hija mayor de su expareja. Agredió a la chica e hirió mortalmente con arma blanca al abuelo.

La joven herida subrayó el jueves, tras ser dada de alta del hospital, que la expareja de su madre llevaba tiempo amenazándola y afirmó que antes de personarse en el domicilio fue a la casa donde vive su hermano de 8 años. Aseguró que cuando su madre quiso acabar con la relación y «echarle de casa», el ahora detenido le dijo que «si no accedía a lo que él quería iba a hacer daño a su familia, y lo acabó cumpliendo».

El pasado lunes su madre puso una denuncia por malos tratos contra el arrestado. Tras la misma, según la joven, la policía puso en marcha un protocolo para proteger al otro hijo, menor de edad, de la víctima, y llevaron a su madre a un centro de acogida. El menor tenía protección en su casa y durante la entrada y salida en el colegio donde estudia.

«Los únicos que no estábamos protegidos éramos mis abuelos y yo, pero no imaginábamos que iba a venir», sostuvo. «El héroe de todo esto es mi abuelo. Si no llega a ser por él estamos todos muertos», incidió la chica, que remarcó que el arrestado, que se encuentra en prisión sin fianza, es «un asesino sin sentimientos, que lo va a volver a hacer». Expresó su deseo de que el hombre, de 46 años, «cumpla la prisión máxima», pues a su juicio, «esa persona no puede salir de la cárcel porque lo va a volver a hacer».

Emocionada y entre sollozos, relató lo ocurrido el martes, cuando la expareja de su madre se dirigió al domicilio de la zona de la Marjalería donde estaba ella junto a sus abuelos maternos. «Vino con un cuchillo y nos llevó dentro de la casa, me obligó a desnudarme», indicó, y acto seguido el hombre le puso el arma en el pecho. «Me dijo que si chillaba me mataba, que solo tenía que hacer un movimiento para traspasar mi corazón», agregó.

Fue entonces cuando, según la joven, su abuelo se abalanzó sobre el agresor y consiguió arrebatarle el cuchillo. Durante el forcejeo entre ambos, la joven salió de la casa a pedir ayuda: «Se quedaron mis abuelos dentro, y ya no sé nada más». El anciano, de 70 años, murió apuñalado por el agresor, que fue detenido poco después tras caer a una acequia cercana en su huida de la casa.

El 14 de febrero ya fue condenado por un delito de amenazas en el ámbito de la violencia de género a 60 días de trabajos en beneficio de la comunidad, y se le prohibió acercarse a la mujer con la que había mantenido una relación de un año.

El individuo ya fue detenido por un homicidio doloso en 1994, un extremo que confirmó la joven el jueves, que aseveró que el hombre siempre contaba a su familia que ocurrió durante una reyerta a la salida de una discoteca y que había sido «en defensa propia, pero no es verdad». «Es un asesino sin remordimientos ni corazón», insistió, para añadir que contra él se suman otros dos asesinatos más que cometió, dijo, dentro de la cárcel. «Con el de mi abuelo, cuatro», lamentó la joven.

Sus familiares recibieron las condolencias ayer por la tarde en el velatorio. «Boni», que así se denominaba cuando ejercía de payaso en el circo en el que trabajó, recibirá hoy su último adiós en un funeral previsto en el tanatorio de Magdalena. Será despedido como un «héroe».