El Levante UD confirmó ayer que su progresión en la Liga (7 puntos sumados de 9 posibles) no es un efecto de reacción a corto plazo, sino una metamorfosis en toda regla. Conquistó un empate, que bien pudo ser una victoria, en una de las plazas más complicadas de la categoría. El Girona, aspirante de pleno a los puestos europeos, sumaba 6 victorias consecutivas en Montilivi. Hasta que se le presentó ayer el conjunto de Paco López, hoy un grupo alegre y valiente, que compite sin complejos. El fútbol es un conjunto infinito de elementos, muchas veces desordenados, y el técnico valenciano ha elegido con éxito qué es lo prioritario: defender lejos de la portería y liberar a sus futbolistas del miedo a jugar la pelota.

La jugada del gol del empate ilustra el nuevo dinamismo del Levante UD. Lerma recibió la pelota en campo contrario, alzó la cabeza y vio el desmarque de Morales, en línea con la defensa del Girona. El extremo arrancó con su carrocería encorvada hacia el portero, le rompió la cintura con un quiebro y empujó la pelota a la red con la otra pierna, con el arte y la frialdad de un excelente delantero.

Morales, más «comandante» que nunca, pues irrumpió en el partido en el momento justo y necesario, igualó un excelente gol de Granell. Un zapatazo a la escuadra del capitán del Girona tras buscar la diagonal al estilo de Messi. Era ya la segunda parte y esa era la única forma, desde lejos, de sorprender a la defensa de Paco López, que ha abandonado la trinchera para defenderse lejos del área. El sentido de equipo se impone ahora, con más claridad, por encima de las individualidades. Los centrocampistas, liderados por un pletórico Lerma, se juntan más con los delanteros y estos reciben más munición.

La gente de Montilivi, ilusionada ante el momento más dulce de la historia de su equipo, se sorprendió por la disposición con la que el Levante UD planteó el partido. Lo hizo con tensión competitiva, muy centrado, bien posicionado y dándole aire y velocidad a la pelota desde todas las líneas. Boateng, un futbolista desnortado hasta hace muy poco, se muestra ahora como un delantero, beneficiado por los movimientos de Roger. Tres ocasiones disfrutó el atacante africano, impreciso en el remate, pero poderoso físicamente y diligente en la búsqueda de la espalda de los defensas.

La frecuencia con la que el Levante UD llegó al área de Bono fue proporcional, durante casi todo el choque, a la del Girona. Con una diferencia ya mencionada: el conjunto catalán sólo hizo daño desde lejos, con un par de disparos de Aday, bien resueltos por Oier, y un cabezazo de un central. De Stuani sólo hubo una noticia: un remate dentro del área, aún con 1-0, mientras Portu acabó casi siempre en las inmediaciones del área. El trabajo de los centrales, sobre todo de Cabaco, fue dignísimo. La liberación psicológica se ve hasta en la gestión de las faltas. Tres tarjetas vio el Levante UD y todas en faltas absolutamente necesarias.

Igualado el partido por Morales, Paco López dio entrada a Ivi por Jason, seguro de la posibilidad de conseguir la victoria. Antes, Sadiku había tomado el relevo de Boateng, trasladado al hospital tras sufrir un cabezazo en la cara. La novedad es que el Levante UD se acercó al triunfo con la pelota en los pies. Liberado de los complejos, ofrece mucho más caudal futbolístico.

El conjunto de Orriols puede abrir una distancia definitiva el próximo domingo (Ciutat de València, 12 horas) ante Las Palmas. El partido, que se advertía dramático sólo hace 3 semanas, se presenta desde una perspectiva muy diferente.