La sección segunda de la Audiencia Provincial de Castelló ha condenado a una mujer a siete años de prisión por prostituir a una menor tras encerrarla, maltratarla y cogerle pelos y amenazarla con hacerle vudú.

La sentencia, que condena a la acusada por delitos contra los derechos de los ciudadanos extranjeros y relativo a la prostitución, la obliga a indemnizar a la menor con 50.000 euros y absuelve al otro procesado de los delitos de inmigración ilegal, de trata de seres humanos y del delito de prostitución coactiva, aunque, conforme a lo solicitado por el fiscal, pide que se deduzca testimonio contra él por si pudiera haber cometido un delito de blanqueo de capitales.

La sala considera probado que la acusada, en fecha anterior al 12 de febrero de 2010, contactó en su país de origen, Nigeria, con la víctima menor de edad y se ganó su confianza y la de su madre, hasta proponerles "con buenas palabras" que la menor, para prosperar, se viniera con la procesada a trabajar para su familia a España, donde esta residía.

El trabajo allí ofrecido consistía en tareas domésticas y la procesada sufragaría los gastos del viaje de la menor. La menor y su madre aceptaron la propuesta de la acusada debido a la precariedad económica y ante la perspectiva de una mejora de vida.

Para llevar a efecto la propuesta, la menor, siguiendo las instrucciones de la procesada, se trasladó sola a la capital Lagos, donde la esperaba una persona que, siguiendo igualmente instrucciones de la procesada, proporcionó a la chica un pasaporte falso donde aparecía sus datos, pero era irreal en la fecha de nacimiento, puesto que constaba que era mayor de edad.

La menor tomó un vuelo hasta una ciudad de Italia, donde alguien la esperó y la llevó a una vivienda donde se encontraba la procesada. Desde la ciudad italiana la procesada trasladó en un vehículo a la menor y otra chica a Castelló y la alojó en una vivienda de su propiedad que habitaba con su familia, su marido el también procesado y los cuatro hijos comunes.

Deuda de 50.000 euros

De inmediato la procesada indicó a la menor que por la documentación facilitada y los gastos de traslado había originado una deuda de 50.000 euros que tenía que pagar, y le dijo que el trabajo que iba a desempeñar no era el doméstico prometido, sino la prostitución para poder satisfacer aquella deuda con el dinero que obtuviera de la misma.

Como la menor se negó, la procesada la encerró en una de las habitaciones de la vivienda sin permitirla salir, le daba de comer las sobras de la comida de la familia, la maltrataba y pegaba con golpes con cinturón y zarandeos de la cabeza, llegando a hacerla en una ocasión cortes en un brazo con un cuchillo.

También la procesada cogió pelos y trozos de uña de la menor y la hizo ver que lo emplearía en hacer vudú en perjuicio de ella y de su familia, todo ello para que ésta se plegara al ejercicio de la prostitución, y le indicó también que causaría algún mal a su familia en Nigeria.

Tras varios meses de permanecer la menor encerrada y bajo el maltrato, ante la falta de alternativa, pues se encontraba sola y sin conocer a alguien que pudiera ayudarla, accedió a los deseos de la procesada, y se inició en la prostitución bajo la obligación impuesta de que tenía que trabajar desde la tarde hasta altas horas a las afueras de Castelló en malas condiciones higiénicas, al lado de huertos de naranjos abandonados y debía de entregar a la procesada cada semana 1.500 euros.

La menor no podía alcanzar la suma semanal exigida y, tras varios años ejerciendo la prostitución obligada bajo el temor de que la procesada podría causarle algún daño a ella o a su familia, bien por el vudú o directamente cumpliendo las amenazas por encargo, tras entregar una cantidad próxima a los 20.000 euros y al exigirle aún 30.000 euros, en abril de 2014 decidió escaparse y pidió auxilio a un cliente, el cual le proporcionó durante unos días alojamiento y algo de dinero.

Sin embargo, dado que la menor carecía de apoyos, se encontraba sola y sin medios de vida, regresó a ejercer libremente la prostitución en la misma zona y en la madrugada del 22 de abril de 2014 fue recriminada por otras compañeras de dedicación, a fin de que volviera a la casa de la procesada siguiendo las instrucciones dadas por ésta, llegando a ser agredida por sus compañeras.

Trastorno por estrés

Como consecuencia de la continuidad en los malos tratos ocasionados por la procesada, la menor sufrió un trastorno por estrés postraumático, que ha precisado tratamiento psicológico específico y prolongado.

Como consecuencia de la agresión del día 22 de abril la menor se decidió a denunciar la situación de prostitución obligada. La procesada, que fue detenida el día 30 de abril de 2014, llevaba 3.600 euros en metálico y varias cartillas bancarias. En el registro judicial efectuado en el domicilio de la acusada se encontraron, entre otras cosas, varias bolsas de plástico con restos de uñas, pelos y una braga manchada de sangre, con nombres y fotografías de chicas. No consta que en los hechos expuestos, más allá de su conocimiento, hubiera tenido algún tipo de intervención el procesado.