Estamos viviendo días históricos, hechos que de viejos contaremos sin duda a nuestros nietos. El Castellón se jugó media Liga en Tercera en apenas cinco días, diremos. Recibía en Castalia al penúltimo y al último, al Borriol y al Recambios Colón, y no ganó a ninguno de los dos. Esto lo contaremos a nuestros nietos pero todavía no sabemos el tono exacto de la cuestión. Si el Castellón al final no sube, será una historia más para el capazo de lamentos y quejidos, casi el colmo de los colmos. Pero si el Castellón termina subiendo, que aún depende de sí mismo para ser campeón porque el Orihuela empató, si después de esto gana a los dos equipos más en forma de la Liga, contaremos lo de la semana del horror en Castalia en plan jugada maestra, genialidad táctica contra la euforia, o qué sé yo.

Cuando saltó ayer al verde de Castalia, el Recambios Colón era ya equipo de Regional Preferente. Los resultados matinales habían certificado con números un descenso cantado. Enfrente el Castellón salió con algo similar al once de gala. De poco le sirvió. En el primer tiempo, el equipo de Escobar dominó todo menos las áreas. La primera línea de presión robó a menudo y por detrás Castells se bastó para pasar la escoba la mayoría de las veces. Los albinegros llegaron a tres cuartos con frecuente ventaja, pero ahí se alzó un muro invisible y de difícil comprensión. El Castellón chocó contra sí mismo hasta bordear el desespero, creciente en la ansiedad durante toda la tarde. Serra, bien secundado por Abraham, alcanzó zona de último pase una y otra vez, y eligió siempre en el centro la opción incorrecta. El volumen de juego orellut no se correspondía con la escasa actividad de Coronado, el portero visitante. Solo hubo de embolsar un tiro raso y centrado de Serra, que vio cómo Cubillas sí daba en el minuto 34 el adecuado pase atrás.

El Castellón, también lanzado por los robos altos de Rubio y Marenyà pero cegato en la suerte final, se limitó a probar con poco tino el disparo lejano, Rubio y Cristian mediante. La tensión crecía en la grada no tanto de entrada por el juego sino por el resultado (empate contra el último) y los precedentes (el pinchazo del miércoles con el Borriol, el penúltimo). El Recambios jugó sin presión para lo bueno y para lo malo. Cedió pérdidas cuando le apretaron, pero asumió riesgos con el balón que conllevaron réditos en el lado contrario, sin tener que hacer demasiado. Zagalá paró más que Coronado en el primer tiempo: disparos lejanos de Eder, Camarena y Quique. Este último tuvo otra opción al caerle un rechace corto, pero la envió fuera.

El «empastre»

Si la semana del Castellón era una táctica para que los próximos y temibles rivales, La Nucía y Orihuela, se confiaran pensando que es bastante malo, la broma estaba al descanso cerca de irse de las manos. Al final se escurrió: veinte segundos tardó Serra en levantar por fin un buen centro en la segunda mitad, pero Cristian Herrera pifió la volea y la desgracia lo acompañó hasta el final.

Entre el barro del empastre local, de la precipitación y el bloqueo de la segunda parte, emergieron dos ocasiones para voltear el paisaje. En la primera, la estrategia, en el minuto 68: Javi Rubio templó una falta y Coronado desvió a quemarropa una media vuelta de Cristian que era gol. El Recambios entonces perdonó en la contra que siguió al córner desesperado, porque ya todo era a la desesperada en el Castellón. El visitante Quintana falló un mano a mano ante Zagalá, y en la última gran ocasión Cristian, siempre Cristian, con Cubillas lesionado y tras un saque largo del portero, repitió su insistencia sin gol: en el minuto 83 Iván Sales lo plantó frente a Coronado en un delicioso tuya-mía, pero Cristian definió horrible, a las nubes, a trallón.