A mediados de los sesenta me dí de bruces con una encuesta sobre audiencias de las emisoras de radio de la provincia, que me dejó boquiabierto. La empresa que la llevó a cabo, pagada por una cadena por supuesto, está claro que iba a designar a su cliente como el de mayor audiencia, pero lo más sorprendente es que la encuesta la habían centrado en tres localidades de la provincia, y para asombro de propios y extraños, uno de esos puntos, se ubicaba en Forcall, donde en aquellos tiempos dudo que hubieran muchos aparatos de radio, y desde luego menos transistores por las condiciones montañosas de la zona con difícil recepción de emisoras lejanas ubicadas casi junto al mar.

Luego, con el paso de los años, y tengo ya los suficientes para que me hubieran encuestado, todavía nadie me ha preguntado nunca nada de nada. Ahora se acaban de hacer públicos los resultados de una de estas encuestas políticas que se realizan con frecuencia, tan de moda para autosatisfacción de quienes las encargan-pagan y con cuyos “resultados” siguen convencidos de que son los más guapos, los más inteligentes y que están a punto de alcanzar la divinidad, mientras los adversarios políticos están a punto de entrar en el infierno y, por supuesto, quedar reducidos a cenizas, y lo que es peor, es que los “paganos” (de pagar), se lo creen. Confío, por otra parte, que esas encuestas políticas se las pague cada grupo que las encargue, porque tendría gracia que fueran con cargo a presupuestos de todos.

El último sondeo que ha llegado a mi conocimiento, a un año de las elecciones, coloca al PP como la cuarta fuerza política en Castelló cuando en las últimas elecciones fue la fuerza más votada, y por arreglos bipartitos o tripartitos no gobierna ni en la capital ni en algunas localidades importantes. Resulta extraño que sin mandar baje tantos enteros, cuando tradicionalmente los que bajan son los que gobiernan, porque con el paso del tiempo se va viendo si lo hacen bien o mal.

Como es lógico y natural -sería difícil entender lo contrario-, la lideresa del partido contratante de la encuesta sale como la mejor valorada, cuando ha dejado de salir tanto en la televisión, especialmente en la Sexta, y lucir su variada gama de camisetas. Intentando hacer creíbles esos datos, debe haberles dado rubor dejarla en solitario a quienes hayan cocinado la encuesta y le dan un empate técnico con el titular de la Generalitat.

Yo no me atrevería a decir si en València o Alicante esas cifras son creíbles -con el cambio de alcalde del ayuntamiento de Alicante, que ha recuperado el PP, no parecen estar demasiado en lo cierto- pero en Castelló, dónde se ven los líos en asuntos municipales: Banda Municipal, Fiestas de la Magdalena, Cruz de Ribalta, Teatro Principal, Hospital Provincial, etc y la falta de obras de envergadura en la ciudad, etc, etc y luego cuando hablas con personas de todos los signos y tendencias y cuando lees, eso sí, la mayoría de las veces artículos en los periódicos algunos sorprendentes de personajes políticos, y luego si tomas interés por asistir a algunos de los plenos municipales, llegas a la conclusión de que no parece que buena parte del vecindario coincida con los encuestadores. La gente cada vez va mentalizándose sobre lo que le quieren vender, pero sobre todo empieza a distinguir lo que le interesa comprar.

En las encuestas, por otra parte, a la gente que se tiene que manifestar en favor de los partidos de centro derecha, les cuesta mucho más, que cuando tienen que contestar a favor de los partidos de izquierdas. No extraña, por tanto, que muchas de las encuestas a lo largo de estos años, se han dado batacazos espectaculares, asi que bien harán tanto los que salen beneficiados como los que salen perjudicados, en tentarse un poco la ropa y seguir defendiendo sus planteamientos o acomodarlos a lo que de verdad la gente les va a pedir cuando lleguen las elecciones.

Por todo ello,si algún lector imaginariamente me pregunta si creo en las encuestas que encargan algunos grupos, me va a permitir que sin ánimo de molestarle, le diga que tururú.