Sara no quiere ir a la universidad. Según se va acercando la hora se pone nerviosa, se inquieta? Sabe que va a llegar a clase y no va a tener nadie con quien sentarse, que, probablemente, se vuelvan a reír de ella por su forma de vestir o que no le guardarán sitio en la cafetería a la hora del almuerzo. De vez en cuando los profesores le preguntan por qué no sale con sus compañeros durante el receso o por qué se sienta sola en primera fila; pero ella nunca dice nada, y siguen pasando los días sin que nada ponga en evidencia la situación.

Por desgracia, esta es la historia de cientos de estudiantes de toda España. Por mucho que socialmente no se quiera aceptar o que los jóvenes decidan no ponerle freno por el motivo que sea, el acoso escolar y la discriminación no es solo un problema de los colegios o de los institutos; en las universidades, aunque en menor medida y de una forma poco visible, también se da.

Josep Soler Llebaria, psicólogo de la Asociación No Al Acoso Escolar (NACE) llama la atención sobre que el índice de acoso escolar en las universidades «es presumiblemente muy bajo, lo cual no quiere indicar que no exista, sino que es más difícil detectarlo e incluso denunciarlo». Soler apunta como una de las principales causas de la disminución del porcentaje de acoso en los campus respecto a la educación primaria y secundaria., el hecho de que «los alumnos son adultos, y por lo tanto con más capacidad de gestionar sus relaciones personales. Además no hay grupos-clase tan cerrados como en la educación obligatoria, sino que se cursan asignaturas en las cuales los compañeros pueden ser distintos».

El psicólogo experto en acoso escolar destaca también que las principales vías de discriminación en las universidades o el tipo más común de acoso no suele ser el maltrato físico o verbal o la agresión a las pertenencias, como en los estudiantes de menor edad, sino que se manifiesta mediante la exclusión social -el aislamiento- y el acoso sexual.

Tal y como manifiesta la presidenta de la Asociación Valenciana Contra el Acoso Escolar (Avalcae), María Teresa Canet García, «los alumnos universitarios no suelen acudir a este tipo de asociaciones principalmente por vergüenza, pues se sienten demasiado mayores para denunciar la exclusión que sufren en el ámbito educativo».

Canet lamenta que el acoso y la discriminación en las universidades, sea del tipo que sea, se siga tratando como un tema tabú, hecho que, según la presidenta «agrava aún más el sufrimiento de los estudiantes, ya que al no contar con el apoyo necesario se aíslan más lo cual provoca una mayor ansiedad y consecuencias psicológicas muy negativas».

En la actualidad, desde muchas universidades se están llevando a cabo proyectos y protocolos para frenar y combatir el acoso sexual en ellas. En diversas instituciones españolas, como la Universidad Carlos III de Madrid o la Universidad de la Rioja, se han puesto en marcha gabinetes contra el acoso sexual para que las víctimas puedan acudir y denunciar esta actuación.

«Esta realidad por desgracia está aumentando cada vez más» señala el psicólogo de la asociación NACE sobre el acoso sexual. Destaca también que este tipo de medidas para frenar este modo de hostigamiento en los centros universitarios «es muy eficaz y necesario» pero que se deberían también insertar en las instituciones departamentos psicológicos destinados al acoso en general, ya sea verbal, físico, de exclusión social, etc.

Desde las asociaciones contra el acoso o la discriminación se redactan guías para prevenir estas situaciones y para saber combatirlas. En la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (Aepae) cuentan con una guía de lo más completa para saber cómo actuar y a quién acudir cuando se es víctima o testigo de una situación de acoso. No obstante, la acción principal que llevan a cabo son los cursos de Prevención del Acoso Escolar y Conductas Violentas y los de Autoestima y de Resolución de Conflictos. Estas medidas, en palabras del director de los cursos, Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva, «suelen dar buenos resultados en los centros a los que acudimos».

Los centros a los que Pérez-Carrillo se refiere son en su totalidad de enseñanza primaria y secundaria. «Nos gustaría que desde las universidades nos llamaran más y pudiésemos ir a hacer charlas y cursos allí» afirma, pues es consciente de que en estas aulas también se dan situaciones de acoso pero que se encuentran un tanto «invisibilizadas».

El principal tipo de acoso en las universidades es el de carácter social, dando como resultado la discriminación del alumno y su aislamiento del grupo. Las consecuencias de este hecho son de carácter psicológico, social y escolar y pueden llegar a ser muy perjudiciales para la salud física y mental de la víctima.

Según el psicólogo de la NACE, Josep Soler, las consecuencias psicológicas recaen en «baja autoestima, bajo estado de ánimo y ansiedad». Además, también sentencia que «estas manifestaciones pueden llegar a causar daños muy negativos en la personalidad de la víctima, pudiendo desencadenar en una depresión u otro tipo de trastornos».

A escala social también se dan una serie de consecuencias negativas. Soler las agrupa en dos tipos, por una parte, las dificultades en las relaciones sociales, que pueden llegar a causar una «deterioración de las relaciones que hace más difícil llevar una vida normal»; y, por otra parte, el aislamiento y soledad lo cual, destaca Soler, «empeora la situación».

Además, a nivel escolar, destaca el psicólogo que se pueden dar dos grandes consecuencias derivadas de los abusos, como son las dificultades en el rendimiento y el absentismo. «Es un tema muy delicado por lo que el estrés y sufrimiento al que las víctimas están sometidas influyen en su estado de ánimo y en las fuerzas que tienen para hacer frente a sus estudios, llegando incluso a dejarlos sin haberlos finalizado».

Soler alerta de que si se dan casos o situaciones de discriminación o maltrato verbal por cuestiones de físico, las consecuencias pueden derivar en «problemas severos de salud física y mental como la anorexia o la bulimia».

En la Universitat Jaume I (UIJ) de Castelló no hay ningún protocolo de ayuda frente al acoso escolar universitario. Sin embargo, destacan organizaciones como la Unidad de Soporte Educativo (USE) que tiene como objetivo ofrecer una respuesta personalizada y eficiente ante las necesidades del estudiantado y de profesorado; o el Síndic de Agravios cuya finalidad es defender y proteger los derechos y los intereses de los miembros de la comunidad universitaria.

Desde la USE se ofertan diversos proyectos, entre los cuales se encuentran los más demandados por los estudiantes, como la Unidad de Orientación Universitaria y la Unidad de Diversidad y Discapacidad. Sendos programas tienen como finalidad facilitar al alumnado la adaptación a la UJI y asesorarlos en su etapa universitaria, así como ofrecer apoyo a aquellos estudiantes con diversidad funcional para fomentar su inclusión.

Poco a poco, desde las instituciones públicas y desde las universidades se van creando organismos que luchan por defender los derechos del alumnado y por visibilizar los problemas que padecen y que no son fáciles de detectar. Mientras no sea posible erradicar el acoso en los centros educativos, será necesaria la creación de gabinetes para ofrecer el apoyo y la ayuda experta para todas las víctimas en cada entidad.