Anaïs del Vigo Ferrer de 26 años, Verónica Caballero Santana de 23 años, Tamara Sánchez Núñez de 31 años, Pilar Pérez Galán de 29 años, María Sánchez Caballero de 23 años y Claudia Caballero Fernández de 22 años son estudiantes de Educación Infantil y Primaria y Psicología y, dentro del máster de psicopedagogía de la Universitat Jaume I (UJI), han participado en un proyecto de convivencia en el barrio San Lorenzo de Castelló.

Según explican, ha sido toda una experiencia en la que han podido comprobar los problemas de resolución de conflictos que se suceden entre los vecinos de la barriada aunque, dicen, se podría extrapolar a otros puntos de la ciudad.

«Nosotras decidimos trabajar la convivencia en el barrio a través de la resolución de conflictos, la comunicación y la gestión emocional y, para ello, fuimos creando los talleres. Primero lo quisimos enfocar a todo el barrio en su conjunto pero vimos que era inviable así que lo reducimos a tres colectivos», apunta del Vigo.

Así, para el proyecto se ha tenido como muestra la asociación Amigó, el taller de jardinería y los alumnos de 5º de Primaria del Colegio Carlos Selma. Con todos ellos se inició una dinámica para conocerse ya que «no queríamos llegar como especialistas, como agentes externos, sino que queríamos ser uno más de ellos», explican. Tras esta primera toma de contacto, se eligieron los talleres. Cuatro en total y cada uno de ellos refuerza una vía de cómo mejorar la convivencia y la relación entre las personas.

El primero de los talleres se ha denominado «Convive» y consiste en, a través del juego con un dado, se abordaran diferentes ítems como el hogar, la higiene personal y las normas que ellos deberían trabajar, entre otras. Todo ello quedó plasmamos en un cartel que se colgó por todo el vecindario.

El segundo taller consistió en general eslóganes con los que poder «empoderar» y «motivar» a los participantes en el trabajo. «Soy persona, respétame» y «Si quieres el cambio, no te quedes en el sofá» han sido algunas de las propuestas de los participantes en el proyecto con los que «queremos motivarlos, que a través de estos eslóganes se empoderen y se motiven, que se pueden conseguir cambios pero tenemos que ser nosotros los que se movilicen», relatan las estudiantes.

El tercer taller consistió en un «role playing», una técnica de dinámica de grupo que consiste en que dos o más personas representen una situación o caso concreto de la vida real, actuando según el papel que se les ha asignado y de tal forma que se haga más vivido y auténtico. El objetivo era crear otras herramientas alternativas a la violencia y palabras mal sonantes como manera de resolver las cosas. «Primero dejábamos que ellos lo resolvieran como creían y, a partir de ahí, les dábamos otras opciones», apuntan.

El último taller consiste en la producción de una canción que se presentará mañana en la Universitat Jaume I de Castelló y que pretende dar voz a los vecinos. Las jóvenes explican que se tiene una idea del barrio «que no es exactamente a cómo es». «Nos han acogido muy bien, quieren que trabajen con ellos, todos quisieron participar. Es la idea preconcebida que tiene la gente sobre el barrio San Lorenzo pero nosotras no hemos tenido ningún problema», añaden.

En cuanto a efectividad de este proyecto, dicen que «sabemos que en un mes no vamos a conseguir muchas cosas pero sí cambiar la mente de unos pocos, que ya es algo». «Lo que planteamos a la universidad es que para conseguir cambios de verdad se debería hacer un proyecto de un año completo o que desde el ayuntamiento se haga un programa continuado porque, es cierto que todos los años desde la universidad se hacen proyectos pero, al ser totalmente diferentes unos de otros, se quedan un poco en el aire. Necesitan a alguien que se queden con ellos y con estos proyectos no hay continuidad», dicen. El balance ha sido más que positivo y dicen que les ha permitido ver una realidad que desconocían. «Nos hemos dado cuenta que hay mucho prejuicio sobre este barrio, nos ha ayudado a abrir la mente, hemos sacado una experiencia positivo y, por pequeño que sea el cambio, es positivo. «Creemos que se pueden dar más cambios, tal vez haya que plantear estrategias enfocadas a mayores y pequeños para que al final la convivencia sea de todos».

El trabajo concluye con una canción que se presentará mañana en la UJI y, según dicen, «la canción es para que ellos alcen su voz porque son ellos mismos quienes están pidiendo una transformación. Y, sobre todo, para que la sigan alzando».