El verso libre salvó al Castellón de un guion que se adivinaba fatídico en el comienzo del play-off. Iván Sales, un talentoso que ha exhibido su nivel a cuentagotas en un año complicado a todos los niveles, apareció cuando su equipo más lo necesitaba. Iván frotó la lámpara en un paisaje que avecinaba tormenta atronadora para los albinegros. El equipo de Sergi Escobar salvó un empate que supo a gloria en el minuto 86, cuando Sales firmó una maniobra preciosa en el área que sirvió para igualar el tanto previo del Tropezón, que visitará Castalia en ligera desventaja. El 1-1 premia el partido del Castellón, que quizá no merecía ir perdiendo, pero que seguro sabe ya que el fútbol no atiende merecimientos.

Nadie regala un play-off, sea el Bayern de Múnich o el Tropezón. En Cantabria se produce además y de vez en cuando un fenómeno meteorológico que raya lo paranormal. Los viejos del lugar recuerdan su efecto en los años ochenta, en Santander. No había llovido en toda la semana, pero llegaba la hora del partido del Racing de Maguregui y el Sardinero se llenaba de barro y de charcos, por arte de magia y manguera. Los nuevos tiempos son respetuosos con la tradición. El campo Santa Ana de Tanos es de césped artificial, pero utiliza un peculiar relleno de coco que abre la rendija al barrizal. Está mayo soleado y no se conocen grandes precipitaciones en la zona, pero el espíritu Maguregui sigue vigente. Tras el saque de centro, el Castellón buscó en largo a su delantero de referencia, pero Cubillas no llegó ni a saltar porque perdió la tracción, resbaló y cayó de culo sobre el verde. El segundo intento de ataque fue peor: el extremo Serra inició la conducción por la banda y la pelota se le quedó atrás, frenada por los charcos. El Tropezón lo tenía claro y el Castellón lo entendió pronto: el partido se convirtió de inicio en un elogio al pelotazo, el choque y la segunda jugada.

Ahí se manejó de entrada mejor el cuadro local, en el juego de frontón. El primer tramo fue del Tropezón: un latigazo de Riki exigió la respuesta de Zagalá y un cabezazo de Zarandona avisó de los peligros de la pelota parada. Poco a poco el Castellón, a partir del cuarto de hora, asomó en el área contraria. Una volea de Rubio inauguró un tramo de dominio visitante, con mucho merodeo y escaso colmillo. El sol minimizó la influencia del agua en el césped en un arreón final de nuevo de color local. El último minuto del primer acto se le hizo eterno al Castellón: Víctor desperdició una falta ideal en la frontal y el tiro final de Isuardi, rechazado por un zaguero, dibujó una parábola sobre Zagalá que por un palmo no fue gol.

El dominio

Al descanso Escobar movió piezas y el Castellón mejoró. Serra cambió de banda con Marenyà en un movimiento fundamental. Cubillas remató al larguero una rosca del capitán, y al poco Serra claudicó en un mano a mano frente a Iván, después de una asistencia precisa de Cristian. El Castellón acumuló una serie de córners que apenas exprimió, y entonces fue Geli, el entrenador local, quien modificó el orden del tablero. La entrada de Fresno tuvo un impacto inmediato. Primero filtró un pase en transición a Dorronsoro, que se topó con otra buena intervención de Zagalá. En ese mismo córner, en el minuto 77, Álex Díaz hizo el 1-0 al aprovechar la rosca melosa de Fresno, un zurdo definitivamente letal.

El castigo para el Castellón fue brutal, pero cabe valorar que supo reaccionar.

Cada uno de los cambios subrayó la necesidad de marcar. Marenyà tomó el timón, Iván Sales se unió al ataque y Juanjo hizo larga la banda desde el lateral. Alguien debía hacerlo y lo hizo Iván. Solo llevaba dos minutos en el campo cuando le cayó la pelota en el flanco izquierdo del área, tras un mal despeje del lateral. Iván recordó entonces a ese extremo travieso y juguetón que daba gusto ver jugar en la Ciudad Deportiva Facsa a la hora de almorzar, esa promesa que se rifaban las mejores canteras del fútbol profesional. Ayer Iván Sales de pronto rejuveneció: marcó un gol de belleza natural y sencilla, pero de valor superlativo para él y para su equipo. Controló, amagó, recortó de zurda y la cruzó al palo largo con la diestra, por bajo, con clase y al rincón. Fue el 1-1, que ya no se movió, un salvavidas para el Castellón.