Bellido, Juanvi, quizás se dé cuenta algún día de que lo mejor que le ha podido pasar es que lo cesen como presidente de la Junta de Festes porque, viendo el mal rollo que ha generado en el acongojante món de la festa de Castelló en solo tres años, uno se pregunta si al final hubiésemos disfrutado de la cremà de les gaiates en sustitución del Magdalena Vítol, como dejó para los anales de la historia de Castelló el exsecretario general de los socialistas valencianos Joan Ignasi Pla.

Bellido aterrizó en 2015 como un solo de aire fresco para dejar atrás la oscura etapa de Jesús López, que hizo y deshizo a su antojo con el Partido Popular mirando a otro lado. Juanvi se rodeó de un grupo de personas con ilusión que no tardó en convertirse en decepción. El goteo de dimisiones en su equipo de confianza ha sido constante, lo que era una clara radiografía del mal rollo que ha generado en estos tres años entre sus propios compañeros.

El problema para el amigo Juanvi es que no está el Partido Popular llevando las riendas del ayuntamiento. La Comisión de Investigación de Fiestas, auspiciada por Castelló en Moviment con el respaldo de Partido Socialista y Compromís -para aclarar la gestión de López entre 2008 y 2015- ha sido sin duda lo mejor que le ha podido pasar al incontestable mundo festero de la ciudad, que ha sacado a la luz las vergüenzas y desvergüenzas de una etapa de descontrol absoluto por parte del PP, de empresas de dudosa legalidad, de gastos sin auditar, de informes de

Intervención con reparos, de cajas A, B y quién sabe si hubiesen acabado siendo Z.

Para el PP la comisión de investigación fue una caza de brujas de los castellonenses que se desviven año tras año por la fiesta, una estratagema que solo ha buscado tapar su insoportable ceguera a tantos desmanes del señor López. Me asusta, se lo digo en serio, pensar qué hubiese pasado ahora, mayo de 2018, con el Partido Popular ostentando la mayoría absoluta que consiguió -nada que objetar a ello- en 1991 y que le arrebataron las urnas en mayo de 2015. Porque, por si no lo saben ustedes, para los populares Begoña Carrasco, Juan José Pérez Macián, Carlos Feliu, María España, Javier Moliner, Salomé Pradas, Vicente Guillamón y Vicent Sales, la gestión de Jesús López en la Junta de Festes fue maravillosa y Juanvi Bellido ha sido un renovador y una pobre víctima de los partidos del

Pacte del Grau.

En política no todo debería valer, pero créanme que a veces ves y oyes argumentos que te noquean. No soy como el replicante Roy Batty, que vio cosas que no creeríamos, como naves de ataque en llamas más allá de Orión, pero sí estoy contemplando historias que me hacen frotarme los ojos, pensando si se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. El Partido Popular podría tener el beneplácito de la duda los primeros meses de gestión de Bellido, aunque algo raro comenzó a verse ya con la sorprendente dimisión de la primera concejala de Fiestas de este mandato, la socialista Carme Oliver. Nunca ha trascendido nada en público de qué le llevó a tal decisión, aunque quién sabe si algún día nos revelará la presión que ejercieron sobre ella para tomar tal decisión.

Pero llevamos tres años con Juanvi, una veintena de dimisiones en su junta, quejas de los funcionarios de la casa por su trato, reinas de las fiestas, no solo desconsoladas, sino llorando por sus malos modos, familiares a gritos con el señor presidente de la Junta, incluso conflictos diplomáticos con el cónsul de Rumanía, abandono de su cargo en actos oficiales... Una larga lista que puede que aún tenga la mascletà final por explotar.

Un ciudadano de la capital de la Plana, votante de PP, PSPV, Ciudadanos, Compromís, Castelló en Moviment..., quiero pensar que desearía que, ante tal personaje, hubiese un acuerdo institucional de todos por buscar una salida, ir de la mano, acabar con esta situación y trabajar codo con codo en beneficio del mundo de la fiesta. No todo debería servir para lograr un voto, pero la ansiedad por unas encuestas que comienzan a apretar lleva al PP a hacer electoralismo de todo, arrastrando a un partido, Ciudadanos, al que le falta personalidad por dejar de ser un satélite de los populares.

El PP, con la vista puesta en las urnas de mayo de 2019, se ha convertido en el gran club de fans de Juanvi Bellido. Y no se da cuenta que se han quedado absolutamente solos. Los representantes de los diversos sectores de la fiesta de Castelló -del mundo de las gaiatas, de las collas, de los entes vinculados, de las Festes de Carrer- respaldaron de forma unánime, por primera vez en los últimas reuniones, la propuesta de cese de Bellido. El PP y Ciudadanos insistieron ayer en negar la mayor, en criticar la urgencia del Consell Rector. Vale, de acuerdo, es difícil cuadrar agendas, pero es sencillo cuadrar hechos, y por el bien de la ciudad y de las fiestas, ambas formaciones deberían replantearse sus argumentos.

Sara Usó, la concejala de Fiestas, la presidenta del patronato, ha sufrido un desgaste extremo, pero está sacando con nota este máster que le obligaron a cursar. Otros y otras por menos hubiesen abandonado, sobre todo a la hora de capear al asfixiante món de la festa, acostumbrado ser un ayuntamiento en la sombra. Al margen de ver el camino que seguirá Bellido -querellas y recursos en camino- el error sería ahora querer controlar al máximo la labor de la junta en el año y medio que quedaría para un nuevo proceso electoral en la entidad. Las fiestas se merecen su autonomía y habrá que hilar fino para buscar la fórmula adecuada, que debería contar con la opinión de todos los grupos

políticos, si es que están dispuestos a dejar de ser un mero club de fans.