«La máquina de diálisis te agota. Y a ello tienes que sumar más de una hora esperando a la ambulancia, más otra hora de viaje. Cuando llegó a casa estoy hecho polvo,no me puedo ni mover». La aseveración es de José Manuel Bono (64 años), vecino de Albocàsser, que desde hace nueve años acude la unidad de diálisis para enfermos renales crónicos del área de Nefrología del Hospital General de Castelló.

José Manuel, junto con otros once pacientes, se sometían en la mañana de ayer al tratamiento de hemodiálisis (tres veces a la semana por espacio de cuatro horas cada sesión) en la unidad del Hospital General. Estos enfermos se mostraron «encantados» con el servicio, en tanto en apartado técnico como en el trato personal que les dispensan los facultativos y enfermeros, pero pusieron sobre la mesa una carencia básica: precariedad y lentitud del transporte, sobre todo en el viaje de vuelta a sus hogares una vez superadas las agotadoras cuatro hora enganchados a la máquina.

«Estoy muy contenta de estar aquí. Al principio me encontraba muy pesada y cogí una depresión, pero ahora estoy muy bien», explica Josefa Gonzalbo (69 años), vecina del Grau de Castelló.

«El servicio está muy bien organizado y el personal es muy eficiente», señalaba José Luis Monferrer (69 años), vecino de Castelló. «El problema lo tienen las personas que vienen de otros pueblos con el transporte. Venir no es demasiado problemático. Pero el regreso es más pesado, porque tienen que estar esperado mucho tiempo y compartir las ambulancias con otros pacientes», añadía.

Monferrer asume con resignación que durante toda su vida dependerá de la máquina de diálisis, ya que no puede optar a un trasplante. «Al final aprendes a convivir con ello. Después de diálisis, la sensación es de cansancio, como si hubieras caminado siete horas. La máquina agota, pero transcurridas una horas eres una persona nueva, y puedes hacer vida normal, eso sí vigilando la dieta», explicaba.

En la misma zona donde se ubica la unidad de diálisis, el hospital ha habitado otra sala donde el equipo médico realiza las revisiones mensuales y también donde los enfermos realizan prácticas para el manejo de la máquina de la máquina de diálisis y poder realizar el tratamiento en sus respectivos domicilios. Estos pacientes no encuentran demasiado complejo las máquinas. «Casi lo tengo ya dominado. Al principio es un poco complejo, pero al final no tienes ni que mirar el manual», comentaba Susana (46 años), vecina de Castelló.

Susana y el resto de pacientes de la sala coincidieron en otra demandas del colectivo: un centro de trasplantes de órganos en Castelló. «Sería ideal y lo justo», subrayó Susana.