Europa Press, Madrid

El Tribunal Supremo ha desestimado una demanda presentada por un ciudadano alemán, Werner Wilfrang, que perdió el brazo cuando intentó dar de beber agua a unos tigres de bengala que se encontraban en su jaula de un circo que estaba en la Vall d'Uixó. El denunciante exigía una indemnización de 420.000 euros a la dueña de los animales, la aseguradora Lepanto.S.A. y al ayuntamiento de la Vall d'Uixó, que contrató este espectáculo de animales.

Los hechos acontecieron el 10 de noviembre de 1995, cuando el demandante fue atacado por los tigres de bengala que constituían una de las atracciones del circo propiedad de la demandada Eulalia Macías Contreras. El hombre sufrió la amputación del brazo izquierdo como resultado del ataque, que se produjo cuando se disponía a dar de beber a los animales mientras se encontraban encerrados en su jaula-remolque.

Werner W. consideró responsables del siniestro a la propietaria del espectáculo y de los animales, así como al ayuntamiento que había concedido la licencia para la exhibición circense. Asimismo, el hombre demandó también a la compañía aseguradora por la responsabilidad civil de la dueña de los tigres en virtud de la póliza que tenía suscrita con ella.

A lo largo de su recorrido judicial, el ciudadano alemán no ha conseguido que ningún tribunal le diese la razón. Así, el Juzgado de Primera Instancia Número 2 de Nules desestimó la demanda por considerar que el accidente había tenido lugar "por culpa exclusiva de la víctima". Posteriormente, la Audiencia Provincial también desestimó el recurso de apelación interpuesto por el demandante.

Este tribunal consideró que "existían las medidas de seguridad necesarias para evitar el accidente, tanto por las vallas protectoras y delimitadoras del remolque en donde se hallaban los felinos, como por los barrotes de metal de la jaula en la que éstos se encontraban encerrados, con una separación de cinco centímetros entre uno y otro, existiendo un pestillo de seguridad en la trampilla metálica por la que se daba de beber a los animales".

Conducta peligrosa

La Audiencia argumentó que "fue el perjudicado el que sorteó las vallas, y quien, sin recibir ninguna orden, introdujo el brazo en la jaula para meter dentro la caja de metal que servía para dar de beber a los tigres, uno de los cuales le agarró del brazo, tirando de él hacia el interior, hasta que fue arrancado".

La Sala determinó que "la situación en que se colocó el perjudicado fue en extremo peligrosa, siendo éste consciente del peligro que entrañaba su acción, sabedor, como era, de que no era la persona encargada de dar de beber a los animales, pese a lo cual llevó a cabo la acción por su propia decisión, y siendo consciente de que los tigres podían causarle grave daño".

El demandante recurrió al Supremo insistiendo en que las medidas de seguridad que rodeaban el carromato "eran claramente insuficientes" dada "la peligrosidad, ferocidad y potencial agresividad de los felinos causantes del daño". El Alto Tribunal rechaza esos planteamientos.