En ocasiones el mundo de los sueños es sumamente perturbador y, como le ocurre al protagonista de la película franco-italiana «La ciencia del sueño» (director: Michel Gondry, 2006), éstos, los sueños, pueden llegar a usurpar el mundo real. También Francisco de Goya y Lucientes dedica uno de sus cuadritos en hojalata o «caprichos», al sueño. El autor de Fuentetodos (Zaragoza, 1746) se representa así mismo apoyado en una mesa vencido por el sueño (vea la ilustración que acompaña este texto), y podemos apreciar la visión de una de sus pesadillas (fantasmas, murciélagos...), e incluso un texto: «el sueño de la razón produce monstruos».

Hoy, podríamos decir que los trastornos del sueño son un problema común que comienzan a tener solución; la mayoría de las veces simplemente con mantener hábitos regulares para irse a dormir es suficiente; y mantener entre 7 y 8 horas de sueño al día. Sin embargo, si le cuesta trabajo dormir o mantener el sueño durante la noche, o si se levanta de la cama cansado o permanece medio dormido durante el día, usted puede tener algún desórden del sueño. No olvide que al dormir permanecemos aparentemente inactivos, pero el cerebro se mantiene muy activo, hay mucho trabajo por hacer, entre otros consolidar la memoria.

Riesgos para los poco «dormilones»

Los trastornos más comunes del sueño son: (1) el insomnio, la dificultad para dormir o mantenerse dormido; (2) las interrupciones de la respiración durante el sueño o «apnea»; (3) el síndrome de las piernas inquietas con sensación de picazón u hormiguero; (4) padecer una de las llamadas «crisis de sueño» durante el día o narcolepsia; y por último (5) las «parasomnias», un cajón de sastre que incluye pesadillas, terrores nocturnos, sonambulismo, hablar dormido, orinarse en la cama o el rechinar nocturno de los dientes, entre otras curiosas circunstancias.

Existen diversos trabajos en la literatura científica que relacionan la duración del sueño, y sorpréndanse, tanto corta como larga, con mayores riesgos de sufrir una enfermedad coronaria, diabetes, obesidad o incluso la muerte. Un estudio aparecido estos días en la revista especializada Sleep, realizado en la Universidad Care Western Reserve (Cleveland, EE.UU), indica que tanto el estrés como el estado de ánimo afectarían a una serie de moléculas reguladoras (citoquinas) que tiene importancia sobre la etapa de descanso. Así, cada hora de más de sueño aumenta un 8% los niveles de la proteína C reactiva (PCR), y un 7% los de interleucina-6 (IL-6); estas dos citoquinas regulan en los mamíferos los procesos de inflamación. Y por cada hora que robamos al sueño, aumentamos un 8% otra de estas moléculas, el factor de necrosis tumoral (TNF). En los experimentos, realizados en el laboratorio del sueño, los 600 sujetos que participaron dieron una media de 6,2 horas de sueño, mientras que en casa decían dormir 7,6 horas. También conocemos que los aumentos crónicos de estas moléculas se han asociado con mayores riesgos de padecer enfermedades cardiacas y diabetes, entre otros trastornos; y que incluso dormir poco incrementa la hipertensión, y favorece la aparición de la «apnea obstructiva crónica» y como no de diabetes.

La felicidad favorece el sueño

Otro estudio, muy curioso, que aparece esta semana en Behavioral Sleep Medicine, realizado en la University of Pittsburg (EE.UU), dice que una buena receta para las mujeres que padecen problemas del sueño es disfrutar de un matrimonio feliz. Es decir, adiós a las ovejitas que contaban mientras saltan la valla (nunca pude ver el centenar reunido), adiós al vaso de leche caliente antes de ir a dormir (aumenta la serotonina, un neurotrasnmisor) o incluso adiós a los fármacos inductores del sueño. Las mujeres que se encuentran felices con sus parejas tienen menos problemas para caer en los brazos de Morfeo que las solteras. Estamos ante una de las pocas evidencias que puede convertir a los caballeros en "píldoras", aunque sean para el conciliar el sueño, y quizás ser despachadas por documento facultativo.

Los resultados de la investigación, donde han participado 2000 mujeres (caucásicas, afroamericanas, japonesas, latinas y chinas), destacan que no hay nada mejor como un marido feliz al lado para dormir a pierna suelta un mínimo de ocho horas al día. La píldora «marido feliz», venció en las estrategias estadísticas a la depresión, los apuros económicos, los problemas laborables, las disputas con o entre los niños, la actividad sexual, o incluso al consumo de alcohol y cafeína. Es decir la felicidad matrimonial (o en pareja) apareció como un factor de riesgo independiente para la existencia de desórdenes en el sueño. En este estudio las más quejicas con respecto al sueño fueron las mujeres caucásicas y afroamericanas, y las más felices con sus parejas las japonesas, seguidas de las caucásicas.

Dormir más y mejor

A finales del año pasado leíamos en la revista Journal of the American Medical Association que dormir una hora «extra», más de lo habitual, equivalía a descender 16 puntos (milímetros de mercurio) la presión arterial. Además, estos sujetos presentaron menos depósitos de calcio sobre sus arterias, al analizarlas por resonancia mágnetica; estos depósitos si se mantienen reducen la flexibilidad de las arterias y pueden causar una enfermedad cardiaca grave. Entre las posibles explicaciones de los resultados los investigadores incluyen al cortisol (hormona del estrés) que ha sido relacionado anteriormente, su elevación plasmática, con una disminución de las horas de sueño y con aumento de la calcificación arterial. Los autores de este trabajo, de la Universidad de Chicago (EE.UU), aconsejan también que deben ser de entre 7 y 8 horas las que se dediquen a dormir, y recuerdan que los problemas de salud se disparan con cinco horas o menos de sueño al día, y también con más de nueve horas al día.

Otro estudio reciente dice que dormir menos de siete horas al día aumenta hasta cinco veces el riesgo de pillar un resfriado. Científicos de la Universidad Carniege Mellon (Pittsburgh, EE.UU) publican en Archives of Internal Medicine que disponer de un hábito regular del sueño (duración y eficiencia correcta) puede desempeñar un papel muy importante en la capacidad del sistema inmunitario para combatir infecciones.

Los investigadores introdujeron vía nasal el virus del resfriado común a 200 sujetos, y después de 28 días, observaron que los que dormían menos de siete horas por noche eran casi tres veces más propensos a contraer un resfriado. Y aquellos que tenían problemas para conciliar el sueño o se despertaban por la noche, y perdían por lo tanto más del 8% del tiempo de sueño, eran cinco veces más propensos al virus del resfriado. Algunos empresarios ya piensan en colocar en las mesillas de noche de sus trabajadores, un dispositivo para fichar horas de sueño y aumentar la productividad a la vez de disminuir las bajas invernales por enfermedad «griposa».

Ante tanto truco para dormir y descansar en paz, tomo prestada la frase del novelista ruso Fiódor Dostoievski (1821-1881), «¿Y ya con que voy a soñar, cuando he sido tan feliz despierto?».