­Desde que en la Edad de Piedra algunos humanos, para sosegar la fatiga y mantenerse despiertos, masticaron semillas y plantas que contenían cafeína (sin saberlo, hay más de 60 especies que la contienen), su consumo solo hizo que aumentar. Después descubrirían que el efecto de esta molécula aumentaba si sometían a las plantas cafeínicas a un baño con agua caliente. Aunque la molécula sería aislada mucho más tarde, en 1819, por un químico alemán, Friedrich Ferdinand, y bautizada como «kaffein».

La agencia norteamericana Food and Drug Administration, el santum santorum de la nutrición humana, reconoce a la cafeína como una sustancia alimenticia generalmente de consumo seguro. Además de estar en las bebidas mencionadas, la cafeína ha llegado a los jabones cosméticos y champús asegurándose que se absorbe por la piel, pero sus efectos sobre el sistema nervioso son dudosos (y su absorción escasa). También a semejanza de nuestros antepasados de la Edad de Piedra, podemos consumir cafeína, ahora en tabletas (calidad «galénica»), para aumentar nuestra capacidad de atención (en especial los estudiantes) y reducir la fatiga.

El café y la vejez

En la literatura científica varios estudios habían indicado que el café podría tener un efecto protector de la función cerebral en las personas mayores. Ahora sabemos, gracias a un estudio finlandés publicado en American Journal of Clinical Nutrition, que el café no «resguarda» al cerebro que va envejeciendo. El trabajo de la Universidad de Helsinki incluyo un grupo amplio de parejas de gemelos, que estudiaron desde los 50 a los 75 años, y cuyo 80% bebían más de tres tazas de café al día. Los investigadores encontraron que con cada año más de vida había un descenso en las puntuaciones de los test cognitivos, pero el consumo de café desde la mediana edad no protegía de este deterioro, ni prevenía la demencia senil. Sin embargo, sí que demostraron que el rendimiento cognitivo disminuía con la diabetes y también en aquellos individuos que tenían una enfermedad cardiaca o se sentían insatisfechos. En conclusión, no existe según este estudio ninguna relación (ni positiva ni negativa) entre el consumo de café y el deterioro cognitivo en la vejez, ni tampoco con la demencia; ni en hombres ni en mujeres.

Otro estudio reciente, avalado por la Sociedad Europea de Cardiología, y realizado en Italia, dividió a los usuarios del café en función de su consumo y según su devoción a la dieta mediterránea (frutas, verduras, legumbres, frutos secos, aceite de oliva, pescado, poca carne roja, vino en moderación…), demostrando que las personas que beben mucho café y que no siguen la dieta mediterránea tienen muchas más probabilidades de desarrollar una fibrilación auricular (arritmia cardiaca con latidos irregulares). Esta enfermedad induce en los pacientes palpitaciones, falta de aire, fatiga y aumenta además su disposición o riesgo a sufrir un accidente cerebrovascular. Los investigadores de la Universidad de Módena concluyen que ingerir grandes cantidades de café (más de cuatro tazas al día), aumenta en personas sin enfermedad cardiaca conocida el riesgo de sufrir arritmias.

Hasta el momento se tenía la creencia que para la mayoría de las personas hasta cuatro tazas de café al día no podría resultar perjudicial, aunque quizás aumentara (según la persona) su irritabilidad o ansiedad. En otros individuos pueden originar estas dosis dolor de cabeza e insomnio; además, interrumpir su consumo bruscamente puede ocasionar cierta abstinencia.

Cafeína y gestación

Un estudio publicado este verano en Birth Defects Research Clinical and Molecular Teratology por científicos de la Universidad de California, indica que los efectos teratogénicos de la cafeína durante la gestación solo se han demostrado en modelos animales, mientras que los trabajos en humanos no son concluyentes. Sin embargo sería recomendable no sobrepasar los 300 mg de cafeína/día (tres tazas de café). La cafeína pasa fácilmente por la barrera placentaria al feto y por lo tanto puede interferir en su vida intrauterina. Existen estudios que indican que más de 500 mg de cafeína/día podría acelerar el ritmo cardíaco y respiratorio en los fetos, así como inducir temblores, y dado que no metabolizan la cafeína eficazmente hasta meses después del nacimiento, los bebes podrían pasar más tiempo despiertos tras la ingesta materna. Algunos estudios datan que más de 800 mg/día podrían inducir abortos espontáneos o muerte fetal. ¡Mamá!, ni café, ni copa, ni puros.

¿Cuánta cafeína hay en las bebidas?

La concentración de cafeína varía según la manera de preparar el café, así el café «solo» (90-120 ml) tendría algo más de 100 mg/taza, el «instantáneo» hasta 50 mg (dosis), el «espresso» (30 ml) de 30 a 50 mg/taza, y el «descafeinado» aproximadamente 2 mg/taza. El té de importación presentaría casi 100 mg de cafeína en un volumen de 200 ml, y el té instantáneo 50 mg. Los refrescos de cola (botes de unos 330 ml) presentarían un rango de cafeína entre 27 y 55 mg, una bebida de cacao (230 ml) tendría hasta 8 mg, y una taza de helado de chocolate 4 mg de cafeína. El chocolate en polvo entre 5 y 8 mg de cafeína por «cucharada» y el semiamargo 20 mg de cafeína por onza (28,3 mg). Estos datos provienen de un análisis realizado por la Universidad de Kansas (EE.UU).