­Los vegetales contienen flavonoides, y ahora sabemos gracias un trabajo de la Universidad de Maastrich que aparece en International Journal of Cancer que estas moléculas interfieren en los procesos oncogénicos. El consumo de frutas y verduras, además del té y un vasito de vino tinto, otorga a ciertos individuos (hombres con sobrepeso y mujeres normales) una protección frente al cáncer de colon y recto. También el consumo habitual de catequinas (un tipo de flavonoide presente en las frutas del bosque, uvas, té, chocolate negro y vino tinto) se asoció, en este trabajo, con una reducción del riesgo a desarrollar estos tipos de cáncer.

Una manzana al día

Seguramente en nuestra niñez oiríamos mil veces decir a las madres que consumiéramos manzanas, que eran muy buenas. Y acabamos de averiguar, en un estudio danés que aparece esta semana en BMC Microbiology, que un componente de la manzana, la pectina (fibra), aumenta en el sistema digestivo las concentraciones de bacterias beneficiosas, colaboradoras, que incluso pueden reducir el riesgo a ciertas enfermedades. Los investigadores de la Universidad de Dinamarca demuestran que el consumo regular y prolongado en el tiempo de manzanas, favorecen la supervivencia de un tipo de bacterias que estimulan la producción de ácidos grasos de cadena corta (mantienen un pH ideal) y de butirato, combustible para las células de la pared intestinal.

En la Universidad de Cornell (EE UU), anteriormente a estos hallazgos, identificaron hace un par de años en la piel de la manzana, una docena de triterpenoides que inhiben en cultivos de laboratorio el crecimiento de células cancerosas. Estas moléculas demostraban tener una gran efectividad contra la proliferación de células humanas cancerosas procedentes del hígado, colon y mama; incluso en modelos animales se reducía el número y tamaño de los tumores mamarios.

Las manzanas también guardaban algún que otro secreto, recientemente revelado, como es el caso de porque esta fruta, una vez recogida del árbol, tarda más en pudrirse que otras, como las peras. La razón, según investigadores belgas, radica en la forma que el oxígeno penetra al interior de las frutas. Las manzanas contienen más aire en su interior que las peras, pues al tirarlas al agua las primeras flotan. La observación de esta frutas bajo la atenta mirada de potentes equipo de rayos X, demostró que el oxígeno utiliza pequeñísimos poros y canales para llegar al corazón de las frutas, y que éstos en las manzanas son más grandes y eficientes. Los investigadores llegaron a esta conclusión después de varios trabajos en Plant Physiology donde describieron los mecanismos, ciertamente complejos, de intercambio de gases, respiración y fermentación en las frutas. Una manzana al día.

Cara y cruz de los antioxidantes

La fuerza que disponen los músculos comienza a declinar a los 40 años, y lo hace de forma más violenta a partir de los 60, por lo tanto, la fuerza muscular es un buen marcador del estado real del envejecimiento. Ahora, un estudio de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU) que analizó en adultos mayores (2.000 individuos de 70 a 79 años) el consumo de vitaminas C y E (frutas y verduras) demuestra que las dietas ricas en antioxidantes tienen un papel clave en el mantenimiento de la función muscular. La ingesta diaria media, en el estudio, de vitaminas C y E, fue de 144 y 11 milígramos, respectivamente.

Los investigadores «insisten», que tras los buenos resultados de estos trabajos no se comience a consumir altas dosis de vitaminas mediante suplementos, pues los ensayos clínicos realizados hasta el momento (con dosis altas de vitaminas artificiales) no demuestran un claro beneficio. Un ejemplo de este riesgo apareció a final de 2009 en American Journal of Clinical Nutrition, donde se demostraba que dosis altas de vitamina C aumentan en mujeres el riesgo de desarrollar cataratas. El trabajo del Instituto Karolinska (Estocolmo) que analizó más de 24.000 mujeres, durante ocho años, que consumían 1.000 miligramos de vitamina C regular u ocasionalmente, concluyo que estas señoras eran un 25% más propensas a la extirpación de las cataratas que las mujeres que no usaban suplemento vitamínico. La situación se complicaba si las damas sobrepasaban los diez años de consumo extra de Vitamina C, tenían más de 65 años o estaban siendo tratadas con corticoesteroides o terapia hormonal. Los científicos excluyen de estos efectos negativos a la vitamina C derivada de frutas y verduras.

Las bebidas dulces y el aumento de peso

La relación entre «las gaseosas» y otras bebidas con el riesgo de obesidad no es clara, en especial en los jóvenes, según un estudio de la Universidad de Minnesota (EE.UU). Los resultados que se publican este mes en American Journal of Clinical Nurition concluyen en que no existe relación entre el aumento de peso, en un estudio a cinco años vista, y el consumo adolescente de bebidas azucaradas. Los investigadores evaluaron dieta, estilo de vida y peso de 2.300 jóvenes de distintas etnias que formaban parte del sistema escolar. Cuando los adolescentes tenían 15 años, el 56% bebía siete vasos de leche por semana; el 63% ingerían jugos de fruta azucarados y el 58% «gaseosas» hasta seis veces por semana. Un 57% consumían seis vasos de jugo de manzana o naranja por semana.