Un equipo multidisciplinar de investigadores de la Universidad de Syracusa en Nueva York y del Hospital Universitario de Suiza, desvelan en la revista Journal Sexual Medicine, que al enamorarse no sólo se produce una sensación de euforia, que a nivel cerebral algunos científicos comparan con los cambios que ocurren tras el consumo de cocaína, sino que se modifican hasta 12 áreas cerebrales diferentes. Lugares neuronales implicados tras el «flechazo de Cupido» se asocian con ciertas funciones conocidas como más intelectuales, como son las responsables de la representación mental, de la imagen corporal («te veo bien, cariño»), y donde se procesan las metáforas: «eres tan bello, que pareces Dios griego», o «eres la luz de mi vida».

Pero, ¿en cuanto tiempo ocurre el flechazo?. En sólo doscientos milisegundos. En ese breve espacio de tiempo, el cerebro activa una docena de áreas relativas al «neuroamor», para liberar una serie de neurotransmisores y mediadores químicos (dopamina, adrenalina, oxitocina…) que provocan la sensación de euforia que comentamos al comienzo del artículo.

Sin embargo, no sólo es el cerebro el que se activa tras ser alcanzado por la flecha envenenada de Cupido. También, el corazón se acelera, la presión arterial aumenta y existe una inhibición de los movimientos del intestino y de la vejiga urinaria. Por todo ello, la sensación denominada «mariposas en el estómago», que no es más que una secreción gástrica que se produce durante el enamoramiento, es real y causada por una sobreproducción de adrenalina. Esta situación que induce un cosquilleo aleteado puede llevar a la pérdida del apetito en el sujeto «diana», lo que conocemos como la enfermedad del amor o el «mal de amores».

Otros investigadores del Centro de Investigación en Medicina Molecular de la Universidad de Pavia (Italia), demostraron en la revista Psychoneuroendocrinology que al enamorarse los niveles del factor de crecimiento nervioso aumentaban en el plasma. La NGF, como se llama también a esta molécula, juega un papel importante en los procesos de química social (amor a primera vista), descubriendo los científicos italianos que a mayor concentración circulando por la sangre, más apasionado era comportamiento del enamorado. Resultados que van confirmando la base científica de ese proceso que inicia el «flechazo de Cupido», a la velocidad del rayo, el amor.

Farmacéuticos de la Universidad de Stanford publican en la revista PLoS One un estudio que afirma que el amor romántico de «potencia alta», dicen en su texto, podría actuar como un analgésico natural. Para demostrarlo, estudiantes enamorados de la propia universidad permanecían contemplando una fotografía de su pareja, mientras se les causaba dolor mediante la aplicación de una sonda de temperatura sobre su piel; a otro grupo, les hacían recordar deportes en los que no interviene balón o esfera alguna, activando de esta forma los mecanismos de distracción, mientras el artefacto se calentaba.

Los resultados fueron sorprendentes, tanto las maniobras de distracción como el amor redujeron la sensación de dolor en los jóvenes voluntarios marcados por la sonda de calor. Contemplar la imagen del ser querido inducía cierto efecto analgésico, si cambiaban la fotografía por la de otra persona de atractivo semejante y además, conocida por ellos, los niveles de dolor no disminuían. De nuevo, la dopamina que es un neurotransmisor que influye en el estado de ánimo, en la gratificación y en la motivación, sería la culpable; como demuestran los registros de actividad cerebral obtenidos por resonancia magnética funcional. Con esta técnica se pudo comprobar que el área cerebral clave en esta anestesia es el «núcleo accumbens», que posiblemente es clave en la risa, el placer, la adicción y el miedo.

Mientras tanto, en los EE.UU, científicos de la Facultad de Medicina de Baylor (Houston), hallaban, tras el análisis de imágenes de resonancia magnética del cerebro de jugadores de estrategia especializados en compra y venta, donde se encuentra el «engaño». Es decir, que aquellos jugadores que intentaban engañar a sus contrarios desarrollaban un tipo de actividad cerebral distinta. Los investigadores en Proceedings of the National Academy of Science detallan esta circunstancia bajo el nombre de «convicción de segundo orden», la habilidad de manipular las ideas que los demás tienen sobre uno mismo para obtener un beneficio..

Ya lo ven, poco a poco, y de la mano de la neurobiología vamos a ir conociéndonos. Que así sea.

Productos perfumados y químicos tóxicos

Los productos perfumados, como ambientadores, detergentes de ropa, desodorantes y champús emiten muchas sustancias químicas, incluso algunas clasificadas como tóxicas. Un estudio reciente, publicado en la revista Environmental Impact Assessment Review, demuestra que con frecuencia estas sustancias no se mencionan en las etiquetas de los productos. Investigadores de EE. UU. analizaron 25 productos perfumados de uso común, y encontraron que en promedio que cada uno emite 17 sustancias químicas. De las 133 sustancias químicas detectadas en todos los productos, casi una cuarta parte está clasificada como tóxica o peligrosa. Además, más del 35% de los productos emitía al menos una sustancia química clasificada como carcinógeno probable por la Agencia de Protección Ambiental.